Algunos hechos más o menos triviales y hasta cotidianos ocurridos la semana pasada muestran claramente por un lado, cuál es la estrategia del Papa Francisco y, por otro, la irremediable decadencia de su pontificado.
La estrategia, como lo hemos repetido hasta el cansando en este blog, es típica del peronismo, y puede ser sintetizada en una sentencia del mismísimo general Juan Perón: “Poner el guiñe a la izquierda y doblar a la derecha”, o bien, otra de Néstor Kirchner: “Miren lo que hago y no a lo que digo”.
En la audiencia general del miércoles pasado dijo el Santo Padre entre otras cosas:
No faltan tampoco hoy, de hecho, predicadores que, sobre todo a través de los nuevos medios de comunicación, pueden enturbiar las comunidades. No se presentan en primer lugar para anunciar el Evangelio de Dios que ama al hombre en Jesús Crucificado y Resucitado, sino para reiterar con insistencia, como auténticos “custodios de la verdad” —así se llaman ellos— cuál es la mejor manera de ser cristianos. Y con fuerza afirman que el cristiano verdadero es al que ellos están vinculados, a menudo identificado con ciertas formas del pasado, y que la solución a las crisis actuales es volver atrás para no perder la genuinidad de la fe. También hoy, como entonces, está la tentación de encerrarse en algunas certezas adquiridas en tradiciones pasadas. ¿Pero cómo podemos reconocer a esta gente? Por ejemplo, uno de los rasgos de la forma de proceder es la rigidez. Ante la predicación del Evangelio que nos hace libres, nos hace alegres, estos son los rígidos. Siempre con la rigidez: se debe hacer esto, se debe hacer esto otro… La rigidez es propia de esta gente.
Se trata de un ataque abierto y frontal contra los grupos conservadores y tradicionalistas que, desde medios de comunicación alternativos —es decir, blogs y videos de Youtube principalmente— cuestionamos continua y duramente su pontificado. Faltaba solamente que diera nombres que, por otro lado, todos conocemos. Y uno de ellos, al que aprovecho para agradecer por sus continuas menciones a esta página, es Specola, que diariamente nos comenta con el conocimiento que sólo un experto puede tener, las noticias vaticanas.
¿Qué repercusión tuvieron estos ladridos pontificios a la derecha, o al mundo tradicional? Ninguna. Es que ya casi nadie lee o escucha a Francisco porque nadie le cree. Se acabó su encanto, que siempre fue una farsa, y con él su pontificado. Fueron palabrerías que en el mejor de los casos sirven para aplacar al exiguo remanente del neoconismo y para confundir con el ruido y las luces de fuegos de artificios lo que realmente estaba haciendo.
Y es que ese mismo día Il giornale publicaba un artículo bien informado en el que se anunciaba que “la misa latina estaba blindada”; en breve, que no habrá ningún cambio en las disposiciones del motu proprio Summorum Pontificum y las cosas seguirán como hasta ahora. La noticia corría desde hacía pocos días por los pasillos del Sacro Palacio, y no eran solo rumores. El día anterior, el sitio oficial del Vaticano había publicado las nuevas disposiciones para las celebraciones litúrgicas en la basílica de San Pedro, las que había sido prácticamente abolidas por la Secretaría de Estado. Su arcipreste, el cardenal Gambetti, en la práctica vuelve a autorizar las celebración de misas privadas, y de un modo explícito autoriza la celebración de la misa tradicional afirmando que “debe hacerse todo lo posible para satisfacer plenamente el deseo de los fieles y sacerdotes” que prefieren ese rito.
Más aún, por las mismas horas casi en que se conocía esta nueva reglamentación, la Secretaría de Estado reclamaba ante el estado italiano por la famosa ley Zen que promueve la ideología de género en las escuelas, invocando los acuerdos entre ambos estados, lo cual, como se sabe, levantó una gran polvareda.
En resumen, el Papa Francisco el día martes giró a la derecha y el miércoles encendió el guiñe a la izquierda.
Decía al comienzo que la audiencia del miércoles había sido también una clara muestra de la grotesca decadencia de su pontificado. Hace algunos años, las duras palabras que reprodujimos sobre las rigideces de ciertos católicos, habrían ocupado la tapa de todos los periódicos del mundo, las monjas y curas tarugos y los obispos babosos ya estarían organizando retiros y jornadas de reflexión diocesanas sobre la problemática de la rigidez en la Iglesia y sobre los modos de ablandarlas. Sin embargo, ¿qué es lo que quedó de esa audiencia? ¿Cuál fue el recuerdo memorable que pobló las portadas de diarios y portales de noticias y, por supuesto, los comentarios de conventos y curias? El encuentro del Sucesor de Pedro con el Hombre Araña. Sí, como se lee. Spiderman, un personaje de caricatura, es capaz de robar toda la atención de un largo y agresivo discurso pontificio. Aunque, pensándolo bien y volviendo la mirada a los pontífices anteriores, creo que la foto retrató no a uno sino a dos personajes de caricatura.