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Mons. Bokalic salió a ¿aclarar?

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Como era de suponer, el obispo de Santiago del Estero, Mons. “El Langa” Bokalic, algo tenía que decir, y dijo lo mínimo que no llega, siquiera, a lo indispensable:
“El Obispado de Santiago del Estero para evitar cualquier confusión entre los fieles y la opinión pública en general recuerda a todos la doctrina de la Iglesia Católica con respecto a la celebración del Matrimonio la cual queda expresada en el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica, no rigiendo en la Iglesia otra ley más que esta. (Cf. CIC cans. 1056 ss y CATIC 1659-1660).
Es decir únicamente se entiende por matrimonio el acto de la voluntad, por el cual el varón y la mujer, naturalmente concebidos como tales desde el seno materno, se entregan y aceptan mutuamente en alianza irrevocable por la que constituyen entre sí un consorcio para toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos”.
¿Qué hizo este obispo francisquista? Copiar asépticamente lo que dice el Código de Derecho Canónico y el Catecismo, lo que ya todos sabemos, pero evitando cuidadosamente opinar sobre el caso concreto.
Lo que se esperaba era que, además de recordarnos la doctrina, advirtiera claramente al párroco que no podía realizar esa ceremonia, que si lo hacía cometía sacrilegio y que, consecuentemente, sería pasible de las penas canónicas correspondientes. Paralelamente, debería haber afirmado con todos los puntos y comas correspondientes, que Luisa y José no se pueden casar porque ambos son varones, más allá de lo que diga el DNI.
¿Cuál es la táctica? La misma de Bergoglio: no discutir la doctrina, porque no les interesa. Intentar cambios en ella, traería problemas y hasta cismas. Lo que hacen entonces es, aun invocando la doctrina, avalar lentamente pero cada vez más abiertamente, la práctica.
Lo mismo ocurrió con la comunión a los divorciados. En la práctica, los sacerdotes la permiten desde hace décadas, en Europa, en Argentina y en el mundo entero. A Francisco no le interesa menear demasiado la doctrina sobre el tema; consigue resultados más rápidos haciendo una llamadita telefónica a la adúltera santafecina para decirle que, si comulga, no hace nada malo.
El caso del matrimonio de los maricas es similar. Desde hace al menos veinte años en una importantísima iglesia jesuita del interior del país los sacerdotes “bendicen” las uniones de homosexuales a las que asisten sus familiares y amigos, y desde hace el mismo tiempo, al menos, un gran número de sacerdotes de todos los colores y pelajes absuelven en confesión a las personas homosexuales que conviven con otras de su mismo sexo. Es cosa vieja y no es ocurrencia de algún cura. Es lo que se enseña en muchos seminarios, despacito para no levantar la perdiz, siguiendo al jesuita Tony Mifsud, en sus tres tomos de “Moral del discernimiento” (San Pablo, Santiago de Chile, 1993): lo ideal para la persona homosexual, es la castidad perfecta, pero en el mundo actual eso es imposible. Por tanto, lo mejor posible es la convivencia con una pareja fija para evitar, de ese modo, conductas promiscuas. Esto fue escrito a comienzos de los ’90, y desde esa época se practica en gran parte de las iglesias católicas argentinas.
Y eso lo sabe Bergoglio. Y lo saben los obispos. Y no dicen nada. O, más bien, no decían nada. Ahora están, despacito para no asustar, blanqueando la cuestión.
No me extrañaría que lo de Santiago del Estero haya sido un globo de ensayo. Y no me extrañaría tampoco que la semana que viene la Luisa Lucía recibiera un llamado telefónico con una voz que dijera: “Ciao Luisa. Sono il padre Giorgio".

La culpa no es del chancho...

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Y la parejita saludó en el atrio.
El P. Lamberti los bendijo en una ceremonia íntima, a la que asistieron familiares, amigos, autoridades y periodistas. Aclaró que no se trataba de la celebración del matrimonio católico, el señor Luis, al que el cura llamaba Luisa, estaba ataviado de vestido blanco y entró al templo al ritmo de la marcha nupcial.
Por eso, aquí le paso algunas observaciones al P. Lamberti:
1) La gente ya no lee; y si lee, no entiende; y si entiende, no le importa lo que entendió. La gente juzga a partir de lo que ve. Esa es la realidad. Por tanto, si organiza una ceremonia en un templo católico que usted mismo preside revestido de alba y estola, y en la que dos personas del mismo sexo –una de ellas disfrazada de mujer- entran del brazo, por más que usted asegure que no se trata de un matrimonio sino de una bendición, para la gente es un casamiento. No nos tome por tontos, que a la evidencia nadie se resiste.
2) Usted dijo en esa ceremonia que estaban “celebrando el amor entre hermanos”. Pero resulta que, entre cristianos, el amor entre hermanos se celebra de otro modo. El primer amor, y el más grande, fue el del Verbo que, en su kénosis, se hizo uno de nosotros, y murió en la cruz por amor a sus hermanos. Ese amor lo celebramos nosotros en el Santo Sacrificio de la Misa, eso mismo que usted llama, en el mejor de los casos, “asamblea eucarística”. Y aquí en Argentina, el amor entre hermanos lo celebramos con un asado y vino tinto; o con single malt y una buena pipa; pero nunca con disfraces de novia o de Batman, que para el caso es lo mismo.
3) Por eso mismo, P. Lamberti, usted el sábado pasado celebró la perversión y la enfermedad consentida; usted celebró la desobediencia a la voluntad del Padre; usted celebró las tinieblas. Usted, P. Lamberti, celebró el pecado en la misma casa de Dios. Usted, P. Lamberti, es un sacrílego, y sobre sus espaldas cargará el pecado y el escándalo del que fue protagonista.
4) Pero la culpa no es solo suya. La culpa es también de los porquerizos que lo alimentan. Y en primer lugar de su obispo, Mons. Bokalic, que apenas si sacó un tímido comunicado antes de la ceremonia repitiendo lo que dice el CIC, y después no ha dicho ni mú, hasta ahora. Lo que se esperaba era que públicamente reparara en lo posible el escándalo y que a usted, P. Lamberti, lo sancionara como es debido.
5) Y la culpa es también, y sobre todo, del Papa Francisco, que hace más de un año, alegremente y desde los aires, se declaró inhábil para juzgar el amor entre los invertidos, y con ese dictum abrió la puerta para lo que hoy estamos viendo.
Y, me pregunto yo, ante un hecho de tamaña gravedad, ocurrido en el mismo país de origen del Pontífice, ¿no merecían por parte de él algún comentario? ¿Es que sus ocupaciones en Santa Marta no le dejan tiempo para expedirse sobre la cuestión y sacar a sus fieles del escándalo? Recuerdo que hace un mes, encontró tiempo para telefonear a la Carlotto para congratularse con ella por su nieto “recuperado”, y hace apenas una semana, encontró también tiempo para comunicarse con la señora de Ceratti para expresarle las condolencias por el fallecimiento de su hijo, el famoso cantante. Entiendo yo que, en estos dos casos, quedó usted muy bien parado, porque eran situaciones de una extrema corrección política. Pero el caso es que no está usted apoltronado en el sillón de Pedro para regodearse con los aplausos del mundo sino para obedecer el mandato del Señor que le dijo: “Confirma a tus hermanos en la fe”. Y usted, Santo Padre, no nos confirma en la fe; al menos, no nos confirma en la fe católica.
Pero Su Santidad –de seguro- estará muy ocupado rosqueado con Guillermo Moreno sobre el futuro político del país, y sobre cómo hacer para limpiar moralmente a los Kirchner e intentar que alguno de ellos se mantenga en el poder. Pero aún así, Santo Padre, si por tareas, temor o conveniencia, no quería salir a hablar, bien podrían haber mandado a alguno de sus múltiples lenguareces, como su paniaguado Mons. Karcher que sí ha tenido tiempo hoy para salir a comentar acerca de lo que se dirá o se dirá el próximo sábado cuando reciba usted a nuestra presidente.

Yo no tiendo a ser apocalíptico, pero la sombra de la Bestia me parece que está rondando.

La yihad de Francisco

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El papa Bergoglio sigue cortando cabezas, como los yihadistas del califato iraquí. Y esta vez parece que guillotinará a una de las más importantes y prestigiosas que quedaban en Roma: la del cardenal Burke.
Mientras se rodeas de maricas escandalosos como Ricca; de obsequetes impresentables como Karcher y, seguramente, como protegerá al corrupto -por decir lo menos- secretario del cardenal Mejía luego del escándalo de los cuatro quilos de cocaína, aleja de la Curia a un personajes intachable en su moral, sin la menor sospecha de corrupción ni de carrerismo, con eximios antecedentes pastorales que lo llenan del "olor a oveja" que le gusta a Francisco. 
Esta es la triste noticia con la que nos desayuna hoy Sandro Magister.


Diario Vaticano / Exilio en Malta para el cardenal Burke

De impecable prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, está a punto de ser degradado al rol puramente honorífico de "patrono" de una orden de caballería. Por voluntad del papa Francisco

por Sandro Magister



CIUDAD DEL VATICANO, 17 de setiembre de 2014 –  La “revolución” del papa Francisco en el gobierno eclesiástico no pierde su empuje propulsor. Y así, como acontece en toda revolución que se precia de tal, siguen cayendo cabezas de eclesiásticos considerados merecedores de esta metafórica guillotina.

En sus primeros meses como obispo de Roma, el papa Bergoglio procedió rápidamente para transferir a cargos de menor rango a tres destacadas personalidades curiales: el cardenal Mauro Piacenza, el arzobispo Guido Pozzo y el obispo Giuseppe Sciacca, considerados por su sensibilidad teológica y litúrgica entre los más “ratzingerianos” de la curia romana.

También parece signada la suerte del arzobispo español Celso Morga Iruzubieta, miembro del Opus Dei y secretario de la Congregación para el Clero, destinado a dejar Roma por una diócesis ibérica que no es de primer nivel.

Pero ahora estaría por producirse una decapitación todavía más notable.

La próxima víctima sería efectivamente el purpurado estadounidense Raymond Leo Burke, quien de prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica no sería promovido – como fantasearon algunos en el mundo web – a la difícil pero prestigiosa sede de Chicago, sino que sería degradado al pomposo – pero eclesiásticamente modestísimo – título de “cardenal patrono” de la Soberana Orden Militar de Malta, reemplazando al actual titular Paolo Sardi, quien hace poco cumplió 80 años de edad.

Si se confirma, el exilio de Burke sería todavía más drástico que el impuesto al cardenal Piacenza, quien ha sido transferido de la importante Congregación para el Clero a la marginal Penitenciaría Apostólica, aunque de todos modos ha permanecido a la cabeza de un dicasterio curial.

Con el desplazamiento en ciernes, Burke sería desplazado totalmente de la curia y colocado en un cargo puramente honorífico y sin ninguna incidencia en el gobierno de la Iglesia universal.

Este sería un movimiento que no parece tener precedentes.

En efecto, en el pasado el título de “cardinalis patronus” de los Caballeros de Malta, en vigor desde 1961, así como el anterior de Gran Prior de Roma, ha sido asignado siempre a cardenales de primer o primerísimo plano como un cargo superior respecto al principal.

Sucedió así con los cardenales Mariano Rampolla del Tindaro (nombrado Gran Prior en 1896, pero permaneciendo como secretario de Estado), Gaetano Bisleti (en ese momento prefecto de la Congregación para la Educación Católica), Gennaro Granito Pignatelli (cardenal decano y obispo de Albano), Nicola Canali (gobernador de la Ciudad del Vaticano), Paolo Giobbe (en la conducción de la dataría apostólica), Paul-Pierre Philippe (también prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales hasta que cumplió 75 años de edad), Sebastiano Baggio (removido de la Congregación para los Obispos pero mantenido como gobernador de la Ciudad del Vaticano y camarlengo), Pio Laghi (hasta los 77 años de edad también prefecto de la Congregación para la Educación Católica).

Dos casos distintos ha sido los del cardenal Giacomo Violardo, quien dos meses después de haber recibido la púrpura al término de un largo servicio curial, a los 71 años de edad reemplazó como patrono al octogésimo nono Giobbe, y del saliente Sardi, nombrado a los 75 años pro-patrono en el 2009 y creado cardenal en el 2010, luego de haber sido durante muchos años el responsable de la oficina que redacta los documentos pontificios.

Además, la jubilación de Sardi no sería una acción obligada, dado que para los cargos extracuriales no vale el límite de los 80 años de edad. En efecto, con la excepción de Paolo Giobbe, todos los cardenales patronos arriba citados pasaron a mejor vida “durante munere”.

Burke tiene 66 años, es decir, está en la plenitud de la edad. Ordenado sacerdote por Pablo VI en 1975, trabajó en la Signatura Apostólica como simple sacerdote con Juan Pablo II, quien en 1993 lo hizo obispo de su diócesis natal de LaCrosse, en Wisconsin. También el papa Karol Wojtyla lo promovió en el 2003 como arzobispo en la prestigiosa sede, alguna vez cardenalicia, de St. Louis, en Missouri. Benedetto XVI lo llamó a Roma en el 2008 y lo creó cardenal en el 2010.

Personalidad muy piadosa, se reconoce también en él la rara virtud de no haber negociado jamás para obtener promociones o prebendas eclesiásticas.

En el campo litúrgico y teológico está muy próximo a la sensibilidad de Joseph Ratzinger. Ha celebrado muchas veces según el rito antiguo, revestido también con la “capa magna”, como por otra parte lo siguen haciendo también los cardenales George Pell y Antonio Cañizares Llovera, sin que por esto hayan sido castigados por el papa Francisco.

Gran experto en Derecho Canónico, por eso mismo nombrado en la Signatura Apostólica, no teme extraer las consecuencias más incómodas, como cuando a tono con los artículos del Código – precisamente el 915 – sostuvo la imposibilidad de dar la comunión a los políticos que pertinaz y públicamente reivindican el derecho al aborto, razón por la cual se ha ganado la recriminación de dos colegas estadounidenses valorados por el papa Francisco: Sean Patrick, de Boston, y Donald Wuerl, de Washington.

Libre en sus juicios, ha sido uno de los pocos que desarrolló anotaciones críticas sobre la "Evangelii gaudium", señalando, a juicio suyo, su valor programático pero no magisterial. Y en vista del próximo sínodo de los obispos reiteradamente ha tomado posición contra las tesis del cardenal Walter Kasper – notoriamente agraciado por el papa Francisco – favorables a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. 

El dicasterio presidido por Burke, eminentemente técnico, ha aceptado recientemente un recurso de las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada contra una medida tomada respecto a ellas por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apóstolica. Un valiente movimiento a contramano por parte de Burke, que se sitúa en el interior de la acción punitiva emprendida por la Congregación vaticana contra una de las realidades más emblemáticas del tradicionalismo católico, acción que el papa Francisco ha avalado aprobando en forma específica la decisión de la Congregación de impedir a los frailes de la Inmaculada la celebración de la Misa según el rito “tridentino”. Efectivamente, sólo con este tipo de aprobación pontificia un decreto de la curia puede contradecir la ley vigente y, en este caso específico, el motu proprio "Summorum pontificum", de Benedicto XVI.

Es difícil individualizar entre estos antecedentes a los que pueden haber influido en la suerte del cardenal Burke.

Pero es fácil prever que esta degradación definitiva provocará tanto una tumultuosa reacción en el mundo tradicionalista, donde Burke es considerado un héroe, como una oleada de júbilo en el mundo opuesto, donde por el contrario es considerado un esperpento. 

Respecto a esta segunda vertiente se puede recordar que el comentarista católico "liberal" Michael Sean Winters, en el "National Catholic Reporter" del 26 de noviembre de 2013, había pedido la cabeza del cardenal Burke, en cuanto miembro de la Congregación para los Obispos, por la nefasta influencia, según su criterio, que él ejercía sobre los nombramientos episcopales en Estados Unidos. 

En efecto, el 16 de diciembre el papa Francisco humilló a Burke eliminándolo de los miembros de la Congregación, entre los hosannas del catolicismo "liberal" no sólo estadounidense.

Por cierto, el Papa no lo hizo para obedecer a los deseos del "National Catholic Reporter".

Pero ahora parece justamente que está a punto de dar curso a la segunda y más grave degradación de una de las personalidades más ejemplares que conoce la curia vaticana.

Pellizco

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Escribía ayer un comentarista del blog que le parecía estar viviendo en un mundo surrealista. Y tiene razón. Creo que es necesario que nos pellizquemos para despertarnos, o para abrir los ojos a lo que realmente está pasando en la Iglesia.
Es triste y doloroso ver lo que sucede con los cristianos caldeos y asirios. La semana pasada poníamos un link con fotos espantosas de las decapitaciones diarias que los yihadistas cometen en Irak. Pero cristianos decapitados, desollados, hervidos, asados y comidos por las fieras siempre hubo en la Iglesia, y siempre fue para ella motivo de dolor, pero también de gozo. En definitiva, los mártires son el testimonio supremo del triunfo de Cristo sobre el poder de las tinieblas y un aliciente para todos nosotros.
Pero resulta mucho grave el estado de postración que vemos hoy en gran parte de la jerarquía, comenzando por los niveles más altos. Me refiero a la cara exactamente inversa a la de los mártires orientales: no son testimonio del Evangelio sino testimonio de los arcontes y poderes oscuros. Es frente a esto que digo: ¡Pellizquémonos! Es real lo que estamos viviendo. Es real la apostasía. Es real el escándalo.
Me permito un brevísimo e incompleto racconto:
1. En Argentina, en los últimos diez años, tuvimos dos obispos que debieron dejar sus sedes debido a la vida desordenada que llevaba y al escándalo a que esto dio lugar: refocilos con remiseros, taxistas y jovenzuelos. Hace poco tiempo, los paparazzi descubrieron al obispo presidente de Cáritas en un resort de lujo caribeño acompañado de su amanta, una rubia y elegante señora. Ya es vox populi en su diócesis, el caso de un obispo que vive amancebado con un mancebo y que su curial más cercano que vive amancebado con una manceba. Y todo esto es de lo que nos enteramos; la punta del iceberg. No queramos pensar lo que hay más abajo.
2. A comienzos de este año se bautizó en la catedral metropolitana de Córdoba, con bombos, platillos, periodista y beso incluido, el hijo de dos lesbianas unidas en “matrimonio civil”. La semana pasada se dio la “bendición” a una pareja de personas del mismo sexo en una ceremonia exactamente igual a la que tiene lugar en la celebración del matrimonio. Más allá de una tímida aclaración episcopal que nadie leyó, nadie dijo nada: ni curas, ni monjas, ni obispos. Nadie. Todos calladitos. Solamente un grupo insignificante de laicos hacemos lo que podemos advirtiendo a través de los medios que tenemos sobre la situación. No me cabe duda, como ya lo dije, que ambos casos contaron con la tácita aprobación pontificia. Esas cosas no se hacen en Argentina sin consultarlas primero con Roma o, peor, sin que Roma sugiera que se hagan. Muchos dirán que exagero y que no tengo pruebas. Solamente copio lo que acaba de declarar el cardenal Raymundo Damasceno Assis, presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña y uno de los presidentes del próximo sínodo sobre la familia nombrado por el Papa Francisco: “Con respecto a la unión estable entre dos personas del mismo sexo, no hay duda que la Iglesia siempre ha buscado respetar ese modo de vida”. Por favor, un nuevo pellizco: esto lo ha declarado un cardenal di Santa Romana Chiesa, presidente del sínodo sobre la familia.
3. No repetiremos los escándalos a los que nos tienen acostumbrados las audiencias que concede Bergoglio: otro pellizco nos vendría bien para caer en la cuenta del significado que posee recibir a Tinelli, Maradona y Wanda Nara. Pero lo peor de todo, es la gente de la que se ha rodeado el pontífice, comenzado por Mons. Ricca, su mano derecha en el IOR, cuyos escándalos en Uruguay cuesta creerlos (sus amoríos con el militar suizo a quien llevó a vivir a la sede diplomática; su accidente en el ascensor de la nunciatura en el que quedó atrapado con dos jovenzuelos; la gresca de la participó en un bar gay de Montevideo; las revistas y juguetes pornográficos que aparecieron en su equipaje, etc.), y terminando con lo que nos enteramos ayer: el famoso –para los que conocen los entresijos vaticanos- P. Luis Ducastella, cuya afición por los giovanotti italianos era bien conocida, presta su auto a un “amigo” al que conoce desde hace diez años, a bordo del cual se encuentran cuatro kilos de cocaína. El sacerdote es secretario privado del anciano cardenal Mejía y profesor de la Universidad Lateranense.
4. Nos enteramos hoy del fundado rumor de que el cardenal Burke sería apartado de un modo humillante de la Curia romana y destinado a una función honorífica, mientras temblamos por quien pueda ser nominado al frente de la Congregación del Culto. El Papa Bergoglio está socavando la Iglesia, más rápido de lo que se pensaba, con más odio, con más chabacanería y con más prepotencia. ¿Hasta dónde va a llegar?
5. Mons. Karcher, ceremoniero y hombre de confianza del Papa Francisco, además de su vocero de facto para los medios de prensa argentinos, afirmó ayer en una entrevista en radio América con respecto a la postura de la Iglesia sobre el “matrimonio igualitarios”: “El Papa ha llamado a la Iglesia a la reflexión y a no tenerle miedo a ningún tema”. Y ante la pregunta directa del periodista sobre si “el matrimonio igualitarios podría llegar a recibir todos los sacramentos que hoy le corresponden a los miembros de la Iglesia católica”, en clara referencia al sacramento del matrimonio, Karcher respondió: “Sobre eso no me quiero pronunciar. Todo está sometido a la reflexión. Es la misma Iglesia la que tiene que ir reflexionando y pensando las actitudes pastorales”. A ver Karcher, no te pidieron que te pronuncias acerca de las relaciones entre gracia y libertad, o sobre la pre-ciencia divina o somos los modos de las procesiones trinitarias. Sobre esos temas, está muy bien decir que la Iglesia se encuentra, desde hace varios siglos, reflexionando. Te pidieron que te pronuncies sobre algo tan básico como es el sacramento del matrimonio y quiénes son aptos para recibirlo. ¡Sos el secretario del Papa y obispo dentro de poco!

Pellizquémonos. 

Se enojó el Papa de la misericordia

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Finalmente. Lo que tanto añorábamos, sucedió. El Papa Francisco se enojó en serio con algunos obispos. Algún día tenía que ocurrir.
Pero no nos ilusionemos. ¿Con quiénes se enojó? Con los cardenales que publicaron un libro defendiendo el matrimonio católico y a los otros sacramentos de la Iglesia y refutando con argumentos teológicos e históricos las razones esgrimidas por el cardenal Kasper.
Como nos advertía hoy una furiosa Elizabetta Piqué, un grupo de cardenales, encabezados por el Prefecto de los Doctrina de la Fe, se apresta a publicar en estos días un libro, traducido a varios idiomas, y titulado: "Permaneciendo en la verdad de Cristo. Matrimonio y comunión en la Iglesia Católica". Un breve resumen de su contenido pueden verlo aquí (en inglés).
Como reporta La Croix, el diario oficioso de la Conferencia Episcopal Francesa, el papa Francisco se habría irritado por la publicación de esta obra colectiva, según fue confiado por una alta fuente vaticana cercana al pontífice. Además, le habría pedido al cardenal Müller de no participar en la promoción del libro. 
Ya vemos lo que veremos el mes próximo durante el sínodo. 
¡Fasten your seat belt!

Reflexiones a caballo del vendaval

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A partir de las últimas noticias y comentarios que hemos discutido en el blog, quiero proponer algunas reflexiones. Aclaro de entrada que se trata nada más que de opiniones y, como tales, pueden estar equivocadas. Insisto, no pontifico, ni dicto cátedra, ni aconsejo. Tan sólo opino y, en todo caso, sugiero.
El cisma
Me parece que, en este momento al menos, no tiene sentido problematizarse y preocuparse por este tema. Y por varios motivos:
1. “A cada día le basta su aflicción”, dice el Evangelio. Preocupémonos en todo caso cuando llegue el momento, que si no, alimentamos tontamente la ansiedad y tendremos que desayunar diariamente puré de alprazolam para sostenernos.
2. Hace algunas semanas escribió el Carlista que un amigo suyo -cura de rito oriental-, le había dicho que la cuestión del cisma es propia de nosotros, los latinos. Y a mí también me lo dijo algunas veces ese cura, y tiene razón. Nosotros, que somos latinos, tenemos metido en la cabeza el derecho canónico, la cuasi idolatría pontificia y algunos vicios más, y vivimos preguntándonos si hay cisma, si excomunión, si suspensiones, si podemos dar un paso o medio paso, y medimos con centímetros los grados de heterodoxia que alguien pueden permitirse, etc.
A nosotros, los laicos de a pie, la cuestión del posible cisma no debe interesarnos demasiado ni mucho menos quitarnos el sueño. Nuestro fin es la salvación del alma. Tenemos en nuestras casas la Biblia y el Rosario, y los domingos siempre tendremos algún cura giróvago, medio suspendido, medio excomulgado, no importa mucho, que nos celebre los sacramentos, y con eso es suficiente. ¿Para qué meternos en otras cuestiones? A otras tareas hemos sido llamados que no la de picapleitos canónicos. El señor que ocupa hoy la sede petrina es absolutamente circunstancial. Actuemos como actuaban los cristianos medievales: cada uno en su casa, con el cura de su parroquia, y se acabó. Nuestros pesares y preocupaciones nos vienen porque el mundo moderno nos acribilla minuto a minuto con información que, a mi entender, es bastante anti-natural: saber al instante lo que está sucediendo en Roma, salteándose de ese modo 14.000 km. de distancia y de tiempo. Yo sé que cuesta aislarse, y mucho más a mí que vivo publicando en este blog los desaguisados papales, pero tratemos de poner alguna valla natural.
Qué hacer
Las decisiones prácticas son prudenciales y, por tanto, conciernen a cada uno según su buen entender y virtud. Yo solamente sugiero algunas medidas.
Frente al vendaval en el que estamos y previendo ya la cellisca que se avecina, yo digo:
1. Evitar, en lo posible, asistir a la misa Novus Ordo, con los distingos del caso. Una cosa es que lo celebren unos monjes con piedad, devoción y gregoriano, y otra que la celebre un cura simpaticón que se quiere hacer el canchero. Pero otra muy distinta es que la celebre un cura progre en serio, con guitarras, aplausos y triviliadades del género. Yo diría: no ir a este último tipo de misas, por una sencilla razón: no hay comunión de fe. Cuando se entra a esos espectáculos bullangueros y mundanos, la conclusión inmediata es: o ellos son católicos, o yo soy católico; ambos no podemos serlo, porque el principio de no contradicción tiene vigencia. Por tanto, como yo sé que soy católico, no puedo participar en un rito que no lo es. ¿Y te quedás sin misa dominical? Y sí, me quedo sin misa, porque eso no es una misa, y porque cuido mi alma y mi salud espiritual y mental.
No me parece sin embargo, que sean estos los casos más comunes. Es probable que al que tal le sucede, tenga cerca una capilla de la Fraternidad S. Pío X, es decir, de los lefes. Sinceramente, no entiendo a los católicos bien formados que prefieren asistir a una misa progre y no a una misa lefe, “porque los lefes tienen problemas canónicos”. Ahí está la tara latina. Resulta que el P. Lamberti que “casó” a los dos maricas no tiene problemas canónicos y se podría ir a sus misas sin cargo de conciencia, pero el P. X, que es la FSSPX y que celebra la misa que la Iglesia celebró durante más de 1500 años, como está suspendido por el papa
Francisco, no hay que acercarse, y mucho menos asistir a sus ceremonias. Discúlpenme los amigos que así actúan, pero debo decirles que es absurdo. Estando las cosas como están, ¿qué problema hay con los lefes? Tendrán sus cosas, que yo más de una vez las he criticado en este blog, pero son católicos y celebran ritos católicos. El P. Lamberti no tiene fe católica y no celebra ritos católicos. Es así de sencillo. Pero se agarran de una cuestión de estricto positivismo jurídico –la suspensión-, para no asistir, y tragarse al cura progre que dice pavadas, celebra como Piñón Fijo y cantan peor que Sabina. No los entiendo.

La opción de la ortodoxia
También se discutió en los últimos días en el blog la opción de, llegado el caso, pasarse a la comunión de la Iglesia ortodoxa.
Yo soy muy afín al pensamiento y a la liturgia oriental. Hasta me animaría a decir que soy pro-ortodoxo. Las causas de la separación con la Iglesia de Roma fueron políticas y no dogmáticas, aunque se pusieron éstas últimas como pantalla. Y, en cuanto a las diferencias dogmáticas que nos separan de ellos, no es una cuestión sencilla como espetar: “No aceptan el Filioque” o “No aceptan el primado del obispo de Roma”. Hay bastante bibliografía seria sobre el tema como para no tener en cuenta los matices. En definitiva, las cuestiones dogmáticas no me parecen decisivas. Los ortodoxos tienen fe católica –mucho más católica que la del P. Lamberti, que se mata de risa del Filioque, si es que sabe de lo que se trata-, tienen sucesión apostólica y sus sacramentos son válidos. De modo que yo –insisto, “yo”- no tendría, y no tengo de hecho, ningún inconveniente en cumplir el precepto dominical asistiendo a la liturgia de San Juan Crisóstomo, por ejemplo, celebrada en una iglesia ortodoxa por algún sacerdote ortodoxo. Eso sí, si alguien se anima a ir, no se le ocurra acercarse a comulgar porque, si lo descubren, lo sacan a escobazos.
Y ese es el punto. Yo puedo ir a una liturgia ortodoxa si lo única opción que tengo a mano es una misa latina progre, pero no como vidrio. Ni se me pasa por la cabeza la posibilidad de solicitar la comunión de Constantinopla o de Moscú. Los ortodoxos detestan a los católicos latinos. Es cuestión de cruzarse con un pope griego o, peor aún, con un pope ruso. No les van a dar ni la hora. Nos consideran, cuanto menos, herejes y muchos afirman que ni siquiera nuestro bautismo es válido. No tiene ningún sentido explorar esa posibilidad. Sería como si un miembro del IVE se planteara pasarse a Miles Christi. Salir de manos de Buela para caer en las de Ianuzzi: no es negocio.

Conclusión

Cada uno se quede donde esté, y santa paz, que de los problemas de comunión con el obispo de Roma, sede vacante, cisma, herejías y demás yerbas se ocupen los canonistas, teólogos y obispos. Nosotros, Biblia y Rosario todos los días, y el buen Dios nunca nos hará faltar algún curita que, al menos los domingos, nos proporcione los sacramentos. 

Don Gabino y el hombre del balandrán

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Las paredes blancas de la habitación apenas se veían, cubiertas como estaban de bibliotecas. Muchos de los baldos estaban ocupados por libros, pero otros muchos aún permanecían vacíos, aunque en el piso de madera, un rimero de volúmenes grandes y pequeños, viejos y nuevos, aguardaban mejor ubicación.
Hacia el fondo del amplio cuarto, y separado del resto por un biombo despintado, se adivinaba una alcoba, y hacia el frente, junto a una gran ventana, había un escritorio con otra balumba de cajas, libros, lápices, tintas y estampas religiosas. En medio, un antiguo y enorme globo terráqueo, montado en una base de madera, servía de pie a una lámpara coronada con una gran pantalla roja que cubría, al menos, un cuarto de la mesa. El hombre del baladrán se movía entre el desorden con su hábito negro empolvado y con lamparones y recosidos varios.
-¿Va queriendo don Gregorio?- preguntó don Gabino asomando la cabeza a través de la puerta.
- Va queriendo don Gabino, pero alcaldarse lleva tiempo, así que, paciencia. Pase y tómese unos mates.
Don Gabino no era muy del mate, aunque cuando era amargo y se lo cebaban, lo aceptaba con gusto. Se sentaron ambos en dos sillas, luego de desocuparlas de libros y cajas.
- Y van llegando nomás – dijo don Gabino luego de un rato de silencio compartido.
- ¿Qué cosa? ¿La cellisca? –respondió el cura mirando por la ventana los nubarrones negros que habían comenzado a soltar una escarchilla finita que el viento arremolinaba contra el vidrio.
- No. Los curas perseguidos.
- Y –dijo don Gregorio- somos muchos… -y se quedó pensativo y tristón mientras terminaba su mate.
- Y lo peor es que no los persigue la Bestia…
- Nos persiguen los obispos, que son más crueles todavía. Es cosa de no creer la saña a la que pueden llegar. Castellani tuvo que vérselas, hace cincuenta años, con obispos sandios. Nosotros,  con obispos crueles. La semana pasada nomás me encontré con un amigo con veinticinco años de cura a sus espaldas. Desde hace más de veinte está prestado a una diócesis y se ha pasado la vida en pueblitos de la pampa argentina predicando el evangelio y haciendo el bien, con más cruces que gozos, pero perseverante en sus promesas. Y no quiera creerlo, pero resulta que el nuevo obispo lo llama y le dice: “Para mí sería mejor que vos volvieras en tu casa”. Como lo escucha. Después de más de veinte años de servicio y entrega, lo echa.
- Pero vuelve a su diócesis de origen, ¿no? –preguntó don Gabino con la certeza de que, al final, tan grave no era la cosa.
- Claro que vuelve. Es su derecho. ¿Pero sabe cómo lo espera su obispo? Como el Coyote esperaba al Correcaminos: cuchillo y tenedor en manos y servilleta atada al pescuezo. Y así está el pobre, viviendo en el aire, con el corazón en la boca y la sonrisa en el rostro.
- La pucha que son malos los obispos –dijo don Gabino sin asombro, porque ya conocía la cosa desde hace tiempo.
- Malos y peores. Conozco uno de por acá cerca que no tiene remilgos en recibir dineros por más sucios que sean, tiene rabón, que no rabona, y se aprovecha de las debilidades de un puñado de sus clérigos, sea la ambición, las polleras o el cash, para perseguir con crueldad inaudita a cuanto cura o laico ose siquiera contradecirlo. Por eso, don Gabino, le agradezco de nuevo el refugio que me ha dado.
- Para eso lo tengo. Y todavía quedan dos habitaciones grandes como están por si algún otro cura amigo tiene necesidad de guarida. Y sin contar la que destiné para oratorio, para que allí recen ustedes tranquilos sus latines y misas. Por eso compré esta casa grande, que a mí me sobra por todos lados, porque yo me huelo que los primeros perseguidos van a ser los curas, y me parece que la persecución ya comenzó.
- Y para curas perseguidos, no veo yo más que dos soluciones. Una, la que tuvieron que agarrar los religiosos exclaustrados por la desamortización española del siglo XIX: cada uno se la rebuscó como pudo, alquilando una piecita y viviendo pobre de la caridad de sus amigos, casi como hizo por aquí el cura Castellani. La otra, y la que usted nos ofrece, es la solución que encontró Ronald Knox: la hospitalidad de una amiga que se lo llevó a vivir con su familia a su casa de campo. Y la suya no será una manor house, pero se está muy bien aquí.
- Y somos varios los laicos que nos estamos preparando. Tengo unos amigos chilenos que se han construido cerca de su casa, en medio de un paltal, una linda capilla con casa para el capellán, y están esperando nomás que algún cura agarre viaje. Y, llegado el caso, mis amigos que usted conoció la otra noche…
- ¿Los avejorros?  - preguntó don Gregorio.
- Esos mismos. No tendrían problemas, le decía, en refugiar a curas perseguidos.

Se quedaron los dos amigos un buen rato en silencio, sorbiendo despacio los mates mientras el viento silbaba en el jardín y seguía estrellando la escarcha contra el vidrio.

Mascarada

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Las máscaras están cayendo. El hombre bueno, conciliador y abierto está dejando ver un rostro que más se asemeja al de Stalin que al de San Francisco de Asís.
La táctica pontificia de la ambigüedad y los dobles discursos sigue vigente pero a niveles ya de tanta desvergüenza que difícilmente  pueda alguien no apercibirse de la situación. Y pongo dos ejemplos. No me cabe duda alguna que el “casamiento” sodomítico oficiado en Santiago del Estero y publicitado en medios de prensa nacionales algunos días antes de su escandalosa celebración, fue conocido y aprobado, al menos tácitamente, por el papa Francisco. El neocon dirá: “De ninguna manera. El Papa no tiene tiempo para estar enterado de lo que ocurre en todas las diócesis del mundo e intervenir cuando se cometen desatinos en ellas”. Y yo les respondo: Sin embargo, el Papa sí ha tenido tiempo suficiente para enterarse de la muerte de un cantante de rock y de hablarle por teléfono a la abuelita del camporista Larroque en el día de su cumpleaños. En el mejor de los casos, parece que distribuye bastante mal su tiempo. Y el neocon volverá a decir: “Pero el obispo de Santiago del Estero salió a aclarar el tema”. Y yo le respondo: Claro que sí. Esa es justamente la ambigüedad de Francisco: lo que queda es la foto que recorrió el mundo, a saber, un señor disfrazado de mujer que se casa con otro señor. Lo que dijo el obispo no lo leyó nadie y no le importa a nadie. Y el Papa, que actúa pour la gallerie, queda como un príncipe… de este mundo.
Segundo caso: el lenguaraz Mons. Karcher, que dos veces pareciera que metió la pata en las casi diarias entrevistas que concede a los medios de prensa argentinos, la última de ellas, cuando afirmó que al Papa le “preocupa la gobernabilidad del país”, lo cual puso de los pelos al gobierno nacional. Por supuesto, durante la visita de la presidente Kirchner al Vaticano, el monsignorino fue desautorizado por el mismo Papa Francisco. Según informaba el diario Ámbito Financiero, Bergoglio dijo a la delegación argentina que Karcher no habla por él y que es un “figuretti”. ¿Qué haría cualquier Jefe de Estado que tuviera un mínimo de prudencia política con un funcionario que lo pone en aprietos graves en dos ocasiones? Lo echa. El Papa Francisco, en cambio, mantiene a Mons. Karcher en su puesto y no tengo dudas de que éste seguirá “metiendo la pata”, siempre, claro, con la anuencia y bajo la autoridad del Papa Francisco. No es cuestión de que, en castigo, lo enviara de vicario a alguna parroquia de La Matanza, pero bien podría asignarlo como escribiente escribiente de algún dicasterio. Pero Karcher es funcional a su táctica: dice algo, y luego el arzobispo Tucho Fernández lo desdice en Página 12. La vieja táctica jesuítica de Bergoglio: quedar bien con todos.
Sin embargo, en los últimos días, la máscara caída deja ya ver un rostro mucho más cruel y feroz del Pontífice. Quiero comentar aquí tres casos:
1. El primero de ellos tiene que ver con el doblemente vergonzoso
espectáculo al que fuimos sometidos el sábado último con ocasión de la visita de la presidente argentina al Santo Padre. La foto que ilustra estas líneas es de por sí elocuente: el papa Bergoglio, con rostro complaciente, es secundando por la Viuda tarasca y desequilibrada, y la runfla de mequetrefes y ladrones de La Cámpora, entre chorizos, pinturas de Evita y el P. Mujica y esculturas de la Virgen Desatanudos, junto a otros obsequios.
El neocon dirá: “El Papa tiene que recibir a todos y no puede vetar a quienes integran las comitivas de los mandatarios”. Y es verdad. Pero tampoco está obligado a festejar con ellos con la vulgaridad más rastrera que los caracteriza. Miren con detenimiento la foto de
la derecha: el Romano Pontífice se palmea y ríe con carcajada propia de feriante de bajo fondo con Wado De Pedro, líder de La Cámpora, convertido en pocos años de hijo de desaparecidos en  millonario.
Los que tratamos de endulzar el trago amargo que significó la elección de Bergoglio al solio petrino, nos consolábamos pensando que, al menos, iba a ser un bien para el país pues frenaría al kirchnerismo. Ludovicus comenzó a sospechar de entrada que no iba a ser así, y tuvo razón: los Kirchner tienen en el papa Francisco a su principal aliado y, en gran medida, están vivos y seguirán vivos gracias a él.
La catástrofe que los Kirchner significaron para Argentina, es la catástrofe que Bergoglio significa para la Iglesia universal.
2. Hace pocos días se conoció la nominación de Mons. Blase Cupich, un oscuro obispo de una diócesis perdida del estado de Washington, para la sede de Chicago, ocupada hasta ahora por el cardenal George, conocido por sus posturas conservadoras.
Se especulaba que ese iba a ser el lugar del exilio del cardenal Burke, prefecto de la Signatura Apostólica, y de quien Francisco quiere desembarazarse cuanto antes, de la misma manera que envió al cardenal Cañizares a la sede de Valencia (aunque se esperaba que ocupara la de Madrid).
¿Por qué Cupich en Chicago? Sencillo. Porque Cupich es un retoño de Bergoglio. ¡Malditas sean las crías de ciertas alimañas! Y aquí van algunos datos: cuando la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos se embarcó en la denominada “guerra cultural” contra el gobierno de Obama, fue este obispillos uno de los pocos disidentes de esta política. Por ejemplo, en 2010, los obispos americanos adoptaron una clara posición contraria a la ley de salud pública promulgada por el gobierno que, entre otras cosas, obligaba a los hospitales católicos a implementar métodos anticonceptivos. Cupich aclaró que él no se opondría a esas prácticas sino que apostaría a profundizar el diálogo con el gobierno. Cuando los obispos se opusieron abiertamente a la posibilidad del matrimonio sodomita, el Bergoglito yankee sacó una carta pastoral declarando que estaba mal “incitar la hostilidad hacia las personas homosexuales y promover una agenda que lesionara la dignidad de la humana”. También, frustró varios actos y demostraciones pro-vida en su diócesis, ordenándole a sacerdotes y seminaristas no ir a rezar frente a las clínicas donde se realizan abortos, ya que esas son “acciones inútilmente provocativas”. Finalmente, de un documento escrito en junio último por Mons. Cupich, puede sacarse en limpio la cruzada pro-vida que debe sostener la Iglesia católica debe ser amplia: servir a los pobres y marginados, cuidar el planeta y alertar sobre las distorsiones de la economía.
Todas estas palabras palabras y medidas nos suena mucho a los argentinos: son, sin más, lo mismo que hizo Bergoglio mientras fue arzobispo de Buenos Aires.
3.
Desde hace más de un año la Cigüeña de la Torre viene graznando una noticia:   quien reemplazaría al cardenal Cañizares como prefecto de la Congregación del Culto sería Mons. Piero Marini. La noticia ha sido replicada en la última semana por varios blogs generalmente bien informados, y parecería que es una decisión ya tomada y que sólo espera su publicación.
Veremos si realmente es así y, en tal caso, procuraremos elaborar un boceto bien delineado de Marini. Baste mencionar por ahora tres detalles:
a. . Marini fue durante años el secretario de Mons. Bugnini, el arzobispo probadamente masón y desterrado por ese motivo a la nunciatura de Irak por Pablo VI, autor de la desastrosa reforma litúrgica del Vaticano II y ariete de su aplicación.
b. Marini fue durante décadas el maestro de ceremonias de Juan Pablo II y, en cuanto tal, responsable del carnaval en que se convirtieron las ceremonias litúrgicas de ese triste pontificado y que sirvieron de modelo para el resto del mundo.  
c. Nombrar a Marini en Culto y elevarlo al cardenalato sería la peor bofetada que Bergoglio pudiera pegarle al papa Benedicto (y debo decir que bien merecida la tiene, que no si no hubiese sido por su renuncia, no estaríamos ahora como estamos). Fue el papa Ratzinger que alejó a Mons. Marini de su cargo de maestro de las ceremonias pontificias confiándole la tarea de wedding planner de los congresos eucarísticos. Y Marini se vengó publicando un libro vergonzoso en el que no se priva de destilar todo su rencor sobre Benedicto XVI.
La mascarada se está terminando. El verdadero rostro se está asomando.

A Su Eminencia el Cardenal Ouellet

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Luego de la alta dosis de misericordina pontificia que recibió Mons. Rogelio Livieres esta mañana , aquí va la carta que escribió al Prefecto de la Congregación de Obispos: 






Su Eminencia Reverendísima

Cardenal Marc Ouellet
Prefecto de la Congregación para los Obispos
Palazzo della Congregazioni,
Piazza Pio XII, 10, 
00193 Roma, Italia


25 de septiembre de 2014

Eminencia Reverendísima:
Le agradezco la cordialidad con que me recibió el lunes 22 y el martes 23 de este mes en el Dicasterio que preside. Igualmente, la comunicación por teléfono que me ha hecho hace unos momentos de la decisión del Papa de declarar a la Diócesis de Ciudad del Este sede vacante y de nombrar a Mons. Ricardo Valenzuela como Administrador Apostólico.
Tengo entendido que el Nuncio, prácticamente en simultáneo con el anuncio que Su Eminencia me acaba de dar, ha realizado una conferencia de prensa en el Paraguay y ya se dirige hacia la Diócesis para tomar control inmediato de la misma. El anuncio público por parte del Nuncio antes de que yo sea notificado por escrito del decreto es una irregularidad más en este anómalo proceso. La intervención fulminante de la Diócesis puede quizás deberse al temor de que la mayoría del pueblo fiel reaccione negativamente ante la decisión tomada, ya que han manifiestado abiertamente su apoyo a mi persona y gestión durante la Visita Apostólica. En este sentido recuerdo las palabras de despedida del Cardenal Santos y Abril: «espero que reciban las decisiones de Roma con la misma apertura y docilidad con que me han recibido a mí». ¿Estaba indicando que el curso de acción estaba ya decidido antes de los informes finales y el examen del Santo Padre? En cualquier caso, no hay que temer rebeldía alguna. Los fieles han sido formados en la disciplina de la Iglesia y saben obedecer a las autoridades legítimas.
Las conversaciones que hemos mantenido y, aparentemente ya que no los he visto, los documentos oficiales, dan por justificación para tan grave decisión la tensión en la comunión eclesial entre los Obispos del Paraguay y mi persona y Diócesis: «no estamos en comunión», habría declarado el Nuncio en su conferencia.
Por mi parte, creo haber demostrado que los ataques y maniobras destituyentes de la que he sido objeto se iniciaron ya desde mi nombramiento como Obispo, antes incluso de que pudiera poner un pie en la Diócesis –hay correspondencia de la época entre los Obispos del Paraguay con el Dicasterio que Su Eminencia preside como prueba fehaciente de ello. Mi caso no ha sido el único en el que una Conferencia Episcopal se ha opuesto sistemáticamente a un nombramiento hecho por el Papa contra su parecer. Yo tuve la gracia de que, en mi caso, los Papas san Juan Pablo II y Benedicto XVI me apoyaran para seguir adelante. Entiendo ahora que el Papa Francisco haya decidido retirarme ese apoyo.
Sólo quiero destacar que no recibí en ningún momento un informe escrito sobre la Visita Apostólica y, por consiguiente, tampoco he podido responder debidamente a él. A pesar de tanto discurso sobre diálogo, misericordia, apertura, descentralización y respeto por la autoridad de las Iglesias locales, tampoco he tenido oportunidad de hablar con el Papa Francisco, ni siquiera para aclararle alguna duda o preocupación. Consecuentemente, no pude recibir ninguna corrección paternal –o fraternal, como se prefiera– de su parte. Sin ánimo de quejas inútiles, tal proceder sin formalidades, de manera indefinida y súbita, no parece muy justa, ni da lugar a una legítima defensa, ni a la corrección adecuada de posibles errores. Sólo he recibido presiones orales para renunciar.
Que mis opositores y la prensa local hayan recientemente estado informando en los medios, no de lo que había pasado, sino de lo que iba a suceder, incluso en los más mínimos detalles, es sin duda otro indicador de que algunas altas autoridades en el Vaticano, el Nuncio Apostólico y algunos Obispos del país estaban maniobrando de forma orquestada y dando filtraciones irresponsables para «orientar» el curso de acción y la opinión pública.
Como hijo obediente de la Iglesia, acepto, sin embargo, esta decisión por más que la considero infundada y arbitraria y de la que el Papa tendrá que dar cuentas a Dios, ya que no a mí. Más allá de los muchos errores humanos que haya cometido, y por los cuales desde ya pido perdón a Dios y a quienes hayan sufrido por ello, afirmo una vez más ante quien quiera escucharlo que la substancia del caso ha sido una oposición y persecución ideológica.
La verdadera unidad eclesial es la que se edifica a partir de la Eucaristía y el respeto, observancia y obediencia a la fe de la Iglesia enseñada normativamente por el Magisterio, articulada en la disciplina eclesial y vivida en la liturgia. Ahora, empero, se busca imponer una unidad basada, no sobre la ley divina, sino sobre acuerdos humanos y el mantenimiento del statu quo. En el Paraguay, concretamente, sobre la deficiente formación de un único Seminario Nacional –deficiencias señaladas no por mí, sino autoritativamente por la Congregación para la Educación Católica en carta a los Obispos de 2008. En contraposición, y sin criticar lo que hacían otros Obispos, aunque hay materia de sobra, yo me aboqué a establecer un Seminario diocesano según las normas de la Iglesia. Lo hice, además, no sólo porque tengo el deber y el derecho, reconocido por las leyes generales de la Iglesia, sino con la aprobación específica de la Santa Sede, inequívocamente ratificada durante la última visita ad limina de 2008.
Nuestro Seminario diocesano ha dado excelentes frutos reconocidos por recientes cartas laudatorias de la Santa Sede en al menos tres oportunidades durante el pontificado anterior, por los Obispos que nos han visitado y, últimamente, por los Visitadores Apostólicos. Toda sugerencia hecha por la Santa Sede en relación a mejoras sobre el modo de llevar adelante el Seminario, se han cumplido fielmente.
El otro criterio de unidad eclesiástica es la convivencia acrítica entre nosotros basada en la uniformidad de acción y pensamiento, lo que excluye el disentimiento por defensa de la verdad y la legítima variedad de dones y carismas. A esta uniformidad ideológica se la impone con el eufemismo de «colegialidad».
El que sufre las últimas consecuencias de lo que describo es el pueblo fiel, ya que las Iglesias particulares se mantienen en estado de letargo, con gran éxodo a otras denominaciones, casi sin vocaciones sacerdotales o religiosas, y con pocas esperanzas de un dinamismo auténtico y un crecimiento perdurable.
El verdadero problema de la Iglesia en el Paraguay es la crisis de fe y de vida moral que una mala formación del clero ha ido perpetuando, junto con la negligencia de los Pastores. Lugo no es sino un signo de los tiempos de esta problemática reducción de la vida de la fe a las ideologías de moda y al relajamiento cómplice de la vida y disciplina del clero. Como ya he dicho, no me ha sido dado conocer el informe del Cardenal Santos y Abril sobre la Visita Apostólica. Pero si fuera su opinión que el problema de la Iglesia en el Paraguay es un problema de sacristía que se resuelve cambiando al sacristán, estaría profunda y trágimente equivocado.
La oposicion a toda renovación y cambio en la Iglesia en el Paraguay no sólo ha contado con Obispos, sino también con el apoyo de grupos políticos y asociaciones anti-católicas, además del apoyo de algunos religiosos de la Conferencia de Religiosos del Paraguay –los que conocen la crisis de la vida religiosa a nivel mundial no se sorprenderán de esto último. El vocero pagado y reiteradamente mentiroso para tales maniobras ha sido siempre un tal Javier Miranda. Todo esto se hizo con la pretensión de mostrar «división» dentro de la misma Iglesia diocesana. Aunque la verdad demostrada y probada es la amplia aceptación entre el laicado de la labor que veníamos haciendo.
Del mismo modo que, antes de aceptar mi nombramiento como Obispo, me creí en la obligación de expresar vivamente mi sentimiento de incapacidad ante tamaña responsabilidad, después de haber aceptado dicha carga, con todo el peso de la autoridad divina y de los derechos y deberes que me asisten, he mantenido la gravísima responsabilidad moral de obedecer a Dios antes que a los hombres. Por eso me he negado a renunciar por propia iniciativa, queriendo así dar testimonio hasta el final de la verdad y la libertad espiritual que un Pastor debe tener. Tarea que espero continuar ahora desde mi nueva situación de servicio en la Iglesia.
La Diócesis de Ciudad del Este es un caso a considerar que ha crecido y multiplicado sus frutos en todos los aspectos de la vida eclesial, para felicidad del pueblo fiel y devoto que busca las fuentes de la fe y de la vida espiritual, y no ideologías politizadas y diluídas creencias que se acomodan a las opiniones reinantes. Ese pueblo expresó abierta y públicamente su apoyo a la labor apostólica que hemos venido haciendo. El pueblo y yo hemos sido desoídos.

Suyo afectísimo en Cristo,


+ Rogelio Livieres

Ex obispo de Ciudad del Este (Paraguay)

Ciudad de Solada

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Aspice, Domine, quia facta est desolata civitas. 
Quomodo sedet sola civitas.


Algunas reflexiones sobre lo ocurrido con la vacancia de la sede episcopal de Ciudad del Este.
En primer lugar, no podemos negar que se cometieron varios desatinos por parte de los actores involucrados, y señalo los dos más notorios:
1. El P. Carlos Urrutigoity, o Father U., excusa del escándalo, venía de un juicio en Estados Unidos, del que había sido absuelto, pero que despertó un vendaval en los medios de prensa y le terminó costando la sede a Mons. Timlin, obispo de Scranton. Más allá de lo justo o injusto de la situación, lo cual no trataré en este blog (y advierto que no publicaré ningún comentario en ese sentido), lo cierto es que, frente a los hechos, lo prudente hubiese sido mantener un perfil bajísimo y no asomar la cabeza porque, seguro, lo iban a cascotear. Larvatus prodeo, diríamos en latín, o Hacete el muerto para que no te maten, en criollo.
2. Mons. Rogelio Livieres cometió también, a mi modesto entender, errores garrafales. Si se jugó aceptando a Fr. U. en su diócesis, sabiendo cómo venía la mano, jamás debió ubicarlo en un puesto de alta exposición como el de Vicario General. No tengo dudas de la gran capacidad del P. Carlos, pero bien podría haber puesto un cura fantoche y presta-nombre en ese cargo, y que la diócesis la manejara el cura mendocino desde las sombras, astucias básicas de cualquier gobernante mínimamente avezado. 
Por otro lado, sus declaraciones a la prensa sobre el carácter retozón del arzobispo de Asunción fue una imprudencia mayúscula por mucho motivos, pero señalo uno de ellos: le dio a Francisco el motivo que necesitaba para echarlo.
Pero vayamos ahora a lo que me parece más significativo en orden a los temas que venimos tratando últimamente en el blog. No es inusual que obispos sean removidos de sus diócesis: así ocurrió con Maccarone y Bargalló, que renunciaron voluntariamente, y con Mons. Rey, cuya renuncia le fue "sugerida" antes de que estallara un escándalo mayúsculo. Pero el caso de Mons. Livieres es distinto: él se negó a renunciar más allá de las presiones que ejercieron los curiales romanos, lo cual obligó al Santo Padre a declarar a Ciudad del Este "sede vacante" y nombrar un nuevo obispo. Esto me parece sumamente revelador y una señal que manda el Papa a todos los obispos: "No se hagan los locos, porque los corro". Y pienso:
1. Me dirán los historiadores y canonistas si es acertado, pero me parece muy inusual la declaración por parte de Roma de una "sede episcopal vacante". ¿Es algo propio de las misericordias y diálogos francisquistas?
2. Más allá de que se hayan vulnerado canónicamente todos los derechos y garantías que podría aducir el obispo, lo cierto es que en la Iglesia latina el Papa tiene poder absoluto sobre cada uno de los bautizados que caminan sobre el planeta y puede hacer con ellos lo que quiera. Y las consecuencias de este disparate de absolutismo pontificio, que con tanto ahínco defiende los lefes y otros tradicionalistas, están a la vista. Una cosa es tener de Papa a San Pío X o a Benedicto XVI, y otra es tener a un chimpancé con navaja.
3. Una situación de este tipo jamás podría ocurrir en las iglesias orientales, sean católicas u ortodoxas. Me animaría a decir, y corríjame algún canonista, que si a Bergoglio se le ocurriera declarar la vacancia de una sede de, supongamos, Ucrania, el sínodo de obispos lo sacaría a los escobazos, como sacó a escobazos Hincmaro, arzobispo de Reims, al papa Juan VIII a fines del siglo IX cuando éste pretendió meterse en la jurisdicción de los metropolitanos. Insisto entonces sobre lo que hemos discutido varias veces en este foro: el absolutismo papal es un peligroso disparate y no tiene tradición apostólica, sino que surge en los primeros siglos del segundo milenio por cuestiones meramente políticas. Ha traídos sus beneficios, no hay duda de ello, pero los riesgos están a la vista.
4. Llama la atención lo expeditivo y la voluntad ejecutiva de la Santa Sede para resolver el caso. En un mes, se limpió al obispo y comenzó la destrucción de todo lo que se había hecho en la diócesis paraguaya. Y llama la atención, digo, porque en casos muchos más graves, se procedió mucho más lentamente o, directamente, no se precedió. O peor aún: si la acusación a Mons. Livieres, obispo conservador, es que protegió a un sacerdote sospechado de pederastia, ¿por qué no se actuó del mismo modo con el cardenal Godfriend Daneels, obispo progresista? Recordemos que hace poco tiempo el escándalo de Daneels en su sede flamenca involucró el allanamiento de la catedral y del palacio episcopal por parte de la policía belga y el secuestro de las computadores del purpurado donde se encontraron pruebas irrefutables de su protección de curas y obispos pervertidos, entre ellos Mons. Vangheluwe, obispo de Brujas, que abusó durante años de su propio sobrino cuando éste era menor de edad. ¿Y dónde está ahora Daneels? ¿Penitente en algún monasterio por orden del severo papa Francisco que no deja pasar una? Pues no. El cardenal Daneels acaba de ser nombrado por el papa Bergoglio, personalmente, miembro del próximo sínodo sobre la familia. Así como para la presidente argentina, Cristina Kirchner, hay buitres malos (como el Fondo Elliot) y buitres buenos (como George Soros), para el papa argentino hay encubridores malos (como Mons. Livieres) y encubridores buenos (como el card. Daneels).
5. Finalmente, llama también la atención que la razón que aduce el documento de la Curia Vaticana para la remoción de Mons. Livieres de su sede sea la "falta de comunión" con el resto de los obispos del Paraguay. ¿Es necesario, acaso, que un obispo, para ocupar legítimamente su sede, esté en comunión con sus "hermanos" obispos (con tales hermanos, mejor ser unigénito...)? Siempre pensé que la comunión debía darse con el sucesor de Pedro. Pero todo cambia en épocas bergoglianas.

Y una perlita final: el papa Francisco nombró hace poco al cardenal australiano George Pell como Prefecto de la nueva Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa Sede. Este purpurado, egresado de Oxford y de índole conservadora, se expresó públicamente la semana pasada en contra de la posibilidad de que los divorciados y vueltos a casar puedan comulgar, al unísono de muchos otros obispos. Y, oh casualidad!, han comenzado a aparecer en varios medios de prensa noticias acerca de que, mientras era arzobispo de Sydney, protegió a un cura pederasta, acusación de la que fue sobreseído, aunque eso no se dice. No me extrañaría que, en las próximas semanas, el papa Francisco, en su cruzada anti-encubrimiento, descabece al cardenal Pell de su puesto curial y lo mande de Patronus de la Orden Equestre del Santo Sepulcro.   
By the way, ¿qué pasaría si aquí contamos los casos de encubrimiento a sacerdotes sodomitas que pesan sobre el ex-cardenal Bergoglio durante su desempeño en la sede porteña?

Cuando el Rin vomitó en el Riachuelo

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No otra cosa podemos pensar luego del reportaje que publica hoy La Nación al cardenal Walter Kasper, realizado -cuando no-, por la venenosa Elizabetta Piqué. Recomiendo su lectura por la gravedad de sus declaraciones.
Aquí van algunos comentarios:

Presupuestos
Me parece importante incluir algunos presupuestos contra neocones, que estarán medio confundidos por estas arremetidas pontificias contra la doctrina católica, y adjudicarán las declaraciones del alemán a dichos y rumores sin demasiada trascendencia.
- El cardenal Kasper, en este tema concretamente, expresa las ideas de Francisco. O si quieren, Bergoglio habla por boca de Kasper. Sabemos que, para el Papa, el cardenal Kasper es un “gran teólogo” y un “gran alma”, que hace “teología de rodillas”. Muy pocos purpurados, si es que alguno, ha recibido tales repetidos elogios públicos del Pontífice felizmente reinante.
- La mayor parte de las entrevistas son pautadas. Es decir, lo que Kasper dijo no son los desvaríos de un ancianito senil, sino que han sido muy pensadas y meditadas, y dichas con sus palabras justas en el tiempo convenido.

Las declaraciones
1) La respuesta a la primera pregunta es, de hecho, una declaración de guerra a los cardenales y obispos conservadores, considerando por “conservadores” a aquellos que defienden la doctrina tradicional de la Iglesia sobre la economía sacramental. Les dice directamente que ellos han convertido al Evangelio en una ideología y que pretenden deducir silogísticamente, a partir de una frase evangélica, un conjunto de normas que pertenecen al campo de la disciplina. Y pretende apoyar su posición nada menos que en Santo Tomás de Aquino para, de esa manera, restarle a la posición conservadora, sustento doctrinal.  
2) “Nosotros tenemos que caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades”. Es decir, el Evangelio, que no es un código de normas penales, debe adaptarse a las necesidades del Pueblo de Dios. Yo siempre entendí que la cosa era al revés: el Pueblo de Dios debía adaptarse al Evangelio que, como bien dice el purpurado alemán, es Palabra viva, destinada a deificar al hombre o, si esto escandaliza a algunos, a elevarlo. Utilizar el Evangelio para justificar las debilidades y pecados de los cristianos no es sólo invertir la enseñanza del Señor, sino impedir que los bautizados sean transformados por su gracia.
3) “¿Qué es lo bueno para la Iglesia? Lo bueno para la Iglesia es adaptarse al mundo”. Es esto lo que, en definitiva, dice Kasper cuando considera que es “necesaria una discusión abierta” porque una “Iglesia cerrada no es sana” y porque “vivimos en una sociedad abierta y plural”. Es decir, la Iglesia debe ser como es la sociedad actual: abierta, dispuesta a debatir todo, y que los temas disciplinares y doctrinales provengan del consenso de los actores de la discusión. En término filosóficos, no más que la “ética del consenso” de Jürgen Habermas, eximio representante del marxismo crítico de la Escuela de Frankfort y, en términos escatológico, la entrega de la Esposa del Cordero a las potestades de este mundo.
Por otro lado, el muy ladino recurre al sensum fideliumpara intentar el engaño de que, la encuesta que por mandato pontificio se realizó a los fieles, expresaría justamente ese sentir de los fieles que debe ser tenido en cuenta. ¡Ya te voy a dar yo a vos, trapacista empurpurado, que el sensum fidelium se mida con encuestas! Para eso contratamos a Management&Fit o a Poliarquía, y no a ustedes, teólogos de rodillas o de dedo meñique.
- ¡No exagere Wanderer! Eso es lo que dice un cardenal; no lo que dice el Papa.
- Ese cardenal asegura: “Esta es la aproximación del Papa”. Y, hasta ahora, nadie salió a desmentirlo.
3) Afirma Kasper,  en tono negativo y azuzado por la Piqué, que “hay gente que no está totalmente de acuerdo con este Papa”. ¿Pero en qué quedamos Eminencia? ¿No era que estamos en la Iglesia del diálogo y la apertura? ¿O será que la apertura es solamente para los que piensan como usted y como su valedor, y que los que piensan distinto están, de suyo, excluidos de cualquier posibilidad de diálogo? Ya se publicó la semana pasada las tretas y artilugios que usted y su pandilla tienen preparadas para manipular el sínodo e impedir que las posturas “conservadoras” sean escuchadas y tenidas en cuenta.
4) “No recuerdo una situación semejante, en la que de forma tan organizada cinco cardenales escribieran semejante libro (refieriéndose al de los cinco cardenales conservadores). Es como se manejan los políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos portarnos así”.
¡Hipócrita tunante! ¿No es así, acaso, como te manejás vos y los de tu mesnada? ¿No es así, acaso, como se manejó siempre tu jefe e inspirador, mientras era arzobispo de Buenos Aires? ¿No es así como se maneja aún hoy? Abrí las páginas de los diarios y entérate de la parafernalia circense que permitió el sábado de la semana pasada en ocasión de la visita de la presidente argentina y de los impresentables personajes que la acompañaban, y te vas a enterar lo que es manejarse como político.
Los cardenales que escribieron el libro fueron valientes pastores que, aun a costa de perder si no su cabeza, al menos su capelo, afirmaron lo que la Iglesia siempre afirmó. Y, en todo caso, fueron “astutos como serpientes” según nos manda el Evangelio.
5) “No puedo imaginarme que la mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al Papa”. Otra vez con la trampa. ¿No era que las decisiones no debían venir “desde arriba” sino alcanzadas mediante el diálogo y el consenso? ¿Cómo es entonces que, si el Papa indica en el discurso de apertura que los que viven en adulterio pueden comulgar, todos deben seguirlo y ninguno oponerse? Kasper, vos sos como Bergoglio. Muchas misericordia, pero preguntale a Livieres, o a Palazzini, o al pobre Palmiero, o a Mollaghan como fueron misericordiados por Francisco.

Conclusión
Las declaraciones del cardenal Kasper son durísimas. Son un atrincheramiento. Son un mensaje al resto de los padres sinodales: esta es la posición del Papa y él no espera que nadie le haga oposición, porque ya saben lo que les va a pasar a los que se opongan.
¿A qué les hace acordar? Los argentinos no tendrán duda: a las sesiones del Congreso Nacional que son no más que una farsa en la que se aprueban sin chistar los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo, haciendo caso omiso a las posiciones contrarias de la oposición. Peronismo en estado puro.
Finalmente, el Rin y el Riachuelo terminarán siendo los afluentes principales de la Apostasía profetizada.


Judas, Bruto, Casio... y Francisco

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Doré, Diablo en el infierno devorando a los traidores

Increíblemente, el rapto furioso de Cristina y sus brotes paranoicos en la cara de Obama, del mundo y de nuestro país reconoce su origen en el respaldo irrestricto que le dio Bergoglio. Cristina cargó las pilas con Bergoglio, y envolviéndose en la sotana pontificia, llegó a decir en la Asamblea de la ONU que estaba amenazada por ISIS por su “amistad con Francisco” y a atacar a la especulación financiera con la Evangelium Gaudium en la mano. Respecto del atentado de ISIS, acaba de desmentirse, diciendo que es una leyenda, que el que la intenta matar es USA.  Esta audacia está fogoneada por el hecho de poder tutearse en la mesa del Papa durante dos horas y media a solas. Le ha hecho perder el último resto de cordura y proporción que le quedaba a esta triste chirusa de Tolosa.
Ahora, ensoberbecida, sanciona leyes inicuas como el Código Civil y arremete contra los conspiradores externos e internos, sembrando la peor semilla que puede dar un tirano, la disensión civil. Conociéndola como la conoce, Bergoglio no movió un dedo para exhortarla a la búsqueda de la paz civil. Al contrario: la consolidó en su resentimiento y la “empoderó” como dicen los sodomitas.
Sobre Bergoglio pende la responsabilidad por la comisión de una doble traición, contra la Iglesia y contra su Patria. Dante, que puso en el peor lugar del Infierno (las fauces de Lucifer) a Bruto y a Casio en una boca por traicionar a Roma y a Judas en otra por traicionar a Cristo, se las vería en figurillas para embocar a este personaje. Si no quiere hacerse responsable de la comisión de una doble traición que no juzgará Dante en última instancia, debería comenzar por rectificar estos malos pasos.
Ludovicus

Taussig se autoconvocó

Por qué soy medianamente papista

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El título de este post no es más que el hurto simple del excelente libro de Vladimir Volkoff Por qué soy medianamente democrático, de lectura recomendada (y que pueden bajar desde acá). Y surge porque, a raíz de un post que publiqué la semana pasada, un lector del blog, llamado Claudio, me envió el siguiente comentario:

Don Wanderer, la potestad del Papa es suprema, inmediata y universal. Si él lo considera adecuado, puede remover a cualquier obispo, de oriente u occidente, puede cambiar la legislación electiva de cualquier Iglesia sui iuris, etc. 
Y al que no le gusta, al cisma. 
Eso que usted llama “absurdo” es dogma de Fe, definido por el Concilio de Florencia y confirmado por los dos concilios vaticanos. Puede buscar las referencias en cualquier tratado de eclesiología, manual de dogmática e inclusive en el catecismo. 

- Cáspita –me dije. Soy cismático sin saberlo. ¿Qué irán a pensar de mí mis amigos del Opus o de Fasta? ¿Estaré ya en compañía del temible Focio u, ¡horror!, de Mons. Marcel Lefebvre? ¿De qué modo irán a castigarme los reverendísimos obispos argentinos? Y enseguida me vi excomulgado por Mons Eduardo Taussig, tan dado a andar revoleando por el aire sanciones canónica (aunque después de leer el diario del miércoles me tranquilicé. Allí me enteré que el obispo de San Rafael anda reunido en Buenos Aires con Galuccio y otros directivos de YPF plateándoles sus dudas y preocupaciones por los efectos nocivos del fracking. Por cierto, por los efectos nocivos que las herejías provocan en sus fieles, no tiene el menor cuidado).
Me puse, entonces, a pensar y recurrí a los amigos para que me ayudaran a resolver el intríngulis de mi consciencia. Y algunas reflexiones me salieron, aunque un estudio más serio y contundente sobre el tema será publicado próximamente por Infocaótica.
1. En los puntos 2 y 3 del post de marras yo me refiero a lo disparatado y absurdo del “absolutismo” pontificio, y no del “poder supremo del Papa”, al cual mencionó y adhiero algunas líneas más arriba. Entiendo que  el absolutismo es una hipertrofia y, por lo tanto, digno de crítica y condena.
2. El Concilio Vaticano I definió que el Romano Pontífice posee potestad universal, suprema e inmediata incluso en materia jurisdiccional y disciplinaria (Denzinger 1821-1831), y quien no quiera aceptarlo, anatema sit. Pero yo no objeto la potestad universal sino el absolutismo papal del segundo milenio. Potestad suprema no es equivalente a absolutismo, que es esa misma potestad llevada al exceso. Ergo, no estoy anatematizado. 
3) Con respecto a la potestad suprema del Papa, a la que hay que aceptar sin duda alguna, puede hacerse una reserva, y es la que hizo el patriarca Gregorios III de la Iglesia Católica Melkita durante el Concilio Vaticano I. Él, como otros obispos orientales, votaron en contra de la constitución dogmática Pastor Aeternus porque consideraban que destruiría completamente la constitución interna de las iglesias orientales y  su consciencia de obispo greco-católico no le permitía aceptarla. Sin embargo, una vez que fue proclamada, aceptaron todo su contenido pero con la cláusula: Hecha salvedad de los derechos y privilegios de los patriarcas orientales.
Pareciera que el Mar Gregorios III era “medianamente papista”.
4) Y, para seguir con este patriarca, se conoce una anécdota que demuestra lo que yo llamo “absolutismo pontificio”. En una audiencia que le concedió el papa Pío IX, uno de los guardias pontificios arrojó a Gregorio al piso, el papa puso el pie encima de su cabeza, mientras le decía: “Questa dura testa!”, enfurecido por las posiciones sostenidas por el melkita. (cfr. Ken Parry y David Melling, The Blackwell Dictionary of Eastern Christianity, Malden 1999, p. 313).
5) Según Claudio, el Papa puede hacer lo que quiera en virtud de su potestad suprema y universal. Pero entonces, me preguntó yo, ¿por qué este año el papa Francisco festejó los doscientos años de la restauración de la Compañía de Jesús? Si el papa Clemente la había suprimido –y podía hacer lo que quería ya que tenía “potestad suprema”-, ¿por qué los jesuitas estuvieron cuarenta años confabulando para que fuera restaurada, oponiéndose de esa manera de un modo directo a la voluntad pontificia?  
6) Si, según Claudio, yo soy cismático porque no aceptaría la potestad suprema del papa definida en el Concilio Vaticano I, tendría que recordarle al amable comentador que hubo, un siglo más tarde otro Concilio Ecuménico, el Vaticano II, que estableció la “comunión imperfecta”. En tal caso, yo no sería cismático sino que estaría en comunión imperfecta con Roma porque haría alguna reserva a la definición conciliar.
7) La potestad suprema del Papa lo habilitaría para hacer lo que quiere. Pero esto no es así. Hay muchas cosas que el Papa no puede hacer: no puede suprimir instituciones de derecho divino,  no puede suprimir el orden episcopal, no puede abrogar sacramentos, no puede modificar o anular los mandamientos, no puede admitir a alguien en pecado mortal a la comunión sacramental, no puede bendecir actos moralmente malos.
8) Y, sobre todo, hay un principio general de derecho natural que compete a cualquier autoridad: las órdenes tienen que ser racionales. Si un mandato no está ordenado a la razón no es ley sino fuerza y violencia. Y si bien el Papa no puede ser juzgado por nadie bajo la luna, sus leyes o mandatos manifiestamente irracionales pueden ser resistidos. Por ejemplo, si al papa no le gustaran los negros, no podría suprimir todas las diócesis africanas; no podría ordenar obispos a todos los varones de su familia para darle lustre a los Bergoglio; si no le gusta el kepe y las safijas, no puede suprimir el rito maronita, y podríamos poner muchos ejemplos más de irracionalidades que un papa no podría hacer y que, si las hiciera, sería lícito cuando no obligatorio, resistirlo.
9) Un argumento de autoridad: cuando asumió Benedicto XVI como obispo de Roma en la basílica de San Giovanni in Laterano, dijo: “El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley” y, en el prólogo al libro de Alcuin Reid escribió: El Papa “no puede hacer lo que le dé la gana, y precisamente por esto puede oponerse a quienes pretenden hacer lo que le da la gana. La ley a la que debe atenerse no es el actuar según le venga en gana, sino la obediencia a la fe”.

Conclusión: soy medianamente papista…, o medianamente cismático, mirado por un neocon. 



Comunión para todos y todas

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El tema que más temíamos, hasta ahora, del Sínodo sobre la Familia que comenzó hoy en Roma, es que en é, a instancias de Francisco y de un grupo de cardenales progresistas, se decidiera admitir a la sagrada comunión a las personas divorciadas y vueltas a casar civilmente, es decir, a los adúlteros.
Pero eso no será todo. El diario La Nación publica hoy una entrevista realizada por el periodista Joaquín Morales Solá, argentino y sodomita, al Papa Francisco. En ella, el pontífice afirma lo siguiente:

"Se ha puesto mucho énfasis sobre el tema de los divorciados. Un aspecto que, sin duda, será debatido. Pero, para mí, un problema también muy importante son las nuevas costumbres actuales de la juventud. La juventud no se casa. Es una cultura de la época. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos de su seno? ¿O, en cambio, acercarse a ellos, contenerlos y tratar de llevarles la palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición".

Me parece a mí que resulta claro cuál es la nueva movida de Bergoglio: admitir a la sagrada comunión a quienes viven en estado permanente de fornicación.
Agarrémonos, que todo es peor de lo que parecía.

No es Francisco

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Cuando me enteré el jueves de la semana pasada de la salida del libro de Antonio Socci“Non è  Francesco. La Chiesa nella grande tempesta ”, editado por Mondadori, no le di
demasiada importancia.
Alguien comentó: “Socci es un delirante” y, viendo los libros anteriores que había publicado, me pareció posible que, efectivamente, fuera un delirante. Sin embargo, un amigo, que es buen poeta y mejor bebedor del líquido amarillo escocés, dijo: “Yo leí su libro sobre el secreto de Fátima. Me pareció muy serio y documentado”. Y decidí hacerle caso a mi amigo, compré el libro de Socci, y lo leí de un tirón el sábado.
Sobre el autor, pueden ustedes buscar en Internet su perfil biográfico. Baste de mi parte acercar dos datos: es un periodista reconocido, de larga trayectoria y profesor universitarios, que se desempeñó durante varios años al frente de la revista “30 Giorni”. Este dato, sumado a las abundantes citas que realiza en su libro de don Luiggi Guisiani, me hacen suponer que es miembro de “Comunión y Liberación”. Por otro lado, son constantes sus alabanzas –exageradas para mi gusto- del Concilio Vaticano II, de Pablo VI y de Juan Pablo II. Todo este cóctel da un perfil muy claro: Socci es un neocon hecho y derecho. No es, ni de lejos, un tradicionalista.
Pero vayamos a su libro. Es inquietante. Y lo digo yo, que tengo muchos límites: reniego de cualquier recurso a conspiraciones judeo-masónicas para explicar lo que ocurre en el mundo y en la Iglesia, y soy desconfiado e incrédulo con respecto a las revelaciones privadas, Fátima incluida. Pero el libro de Socci me resultó inquietante, más allá de que en él solamente en un capítulo haga referencia revelaciones privadas, a las que, por otro lado, toma con pinzas. De hecho, es un libro fundamentalmente documental y deductivo.
Y si se aceptan las conclusiones a las que conduce, nos deja en un problema frente al cual, lo más fácil es mirar para otro lado.
 El libro tiene tres partes bien definidas, a las que se suman los últimos capítulos, de carácter misceláneo, sobre la situación actual de la Iglesia. Comienza con el bosquejo del  retrato bastante preciso de Jorge María Bergoglio a partir de sus dichos, hechos y biografía.  Sobre esto ya hemos hablado suficientemente en este blog, y lo seguiremos haciendo, pero no me voy a extender en este momento. Simplemente transcribo una de las frases de Socci: “ La elección de Jorge Mario Bergoglio como candidato para el papado es un misterio. … simplemente por aquello que el mundo llama ‘la selección de la clase dirigente’. El problema es su carencia de requisitos…” (p. 124).
Pero lo que constituye el meollo del libro son las dos partes siguientes: la que muestra que Benedicto XVI sigue siendo papa, y la que muestra que la elección de Bergoglio habría sido invalida e insanable.
A) Vayamos a la primera: Benedicto XVI es Papa. El autor basa su afirmación en dos fuentes documentales: simbólicas y jurídicas. Aquí, simplemente, enumeraré los detalles más importantes.
1) Todos sabemos que lo simbólico dentro de la Iglesia es fundamental, y mucho más lo es si esos símbolos provienen de una persona con la fineza e inteligencia de Ratzinger. Y lo símbolos de su renuncia y posterior permanencia en el Vaticano son muchos e inexplicables para canonistas e historiadores. Por su propia voluntad, conservó el nombre de Benedicto XVI, el tratamiento de Su Santidad y el título de Romano Pontífice. Siguió vistiendo la sotana blanca, no quiso cambiar su escudo heráldico eliminando las insignias pontificias que aparecen en él y sigue viviendo en los recintos del Vaticano. Socci analiza en su escrito cada uno de estos hechos y muestra la importancia que tales símbolos poseen. Solamente acoto lo siguiente: cuando se le pregunta en un reportaje a Mons. Gänswein el por qué de todo esto, responde: “Porque corresponde a la realidad”. Más claro, agua.
2) Para quienes somos más racionales, o racionalistas, el argumento jurídico puede ser de mayor peso. El autor se base en el estudio que realizó el canonista y teólogo Stefano Violi sobre el texto de la renuncia del papa Benedicto y de una de sus declaraciones posteriores. Luego de un análisis fino y detallado, recurriendo a cuestiones de derecho, de teología y de historia, concluye que “Benedicto XVI declara renunciar al ministerium. No al Papado, según la norma de Bonifacio VIII, no al munus según lo expresado en el canon 332-2, sino al ministerium o, como especificará en su última audiencia, al ‘ejercicio activo del ministerio’. (…) Objeto de la renuncia irrevocable es la executio muneris mediante la acción y la palabra y no el munus que le fue confiado de una vez para siempre” (p. 89).
A mi entender, los argumentos son conclusivos: Benedicto XVI sigue siendo el legítimo Romano Pontífice, aunque sin el ejercicio activo del ministerio petrino. Y esto conduce a una conclusión inmediata: la Iglesia tiene dos Papas.
Y aquí aparece el otro tema, mucho más preocupante.
 B) La elección de Francisco habría sido nula e inválida. Reconozco que cuando leí por primera vez esta hipótesis no me pareció más que un wishful thinking, o pensamiento ilusiorio de cazadores de confabulaciones. Pero no es el caso de Socci, para quien la nulidad vendría por un error o descuido en el procedimiento del conteo y escrutinio de los votos, lo cual que está perfectamente reglado, hasta el más mínimo detalle, por la constitución Universi Dominici Gregis.
Toda su argumentación se basa en un hecho de difícil o imposible comprobación pero muy verosímil. Aparece narrado en el libro de nuestra amiga Elizabetta Piqué la que, para Socci, es una vaticanista seria, bien informada y, sobre todo, muy cercana y amiga personal de Bergoglio, y para respaldar esta afirmación aporta pruebas concluyentes (p. 115 et passim). En ese libro, Francisco. Vida y Revolución, que fue presentada por el mismo L’Osservatore Romano como una suerte de biografía oficial del personaje, se lee lo siguiente: “Después de la votación [se refiere a la quinta de todo el cónclave y cuarta del día 13 de marzo) y antes de la lectura de las papeletas, el cardenal escrutador, que primero mezcla las papeletas depositadas en la urna, se da cuenta que hay una de más: son 116 en vez de 115, que era la cantidad correcta. Parece que, por error, un purpurado había depositado dos papeletas en la urna: una con el nombre de su candidato y otra en blanco, que había quedado pegada a la primera. Cosas que pasan. No había nada que hacer, y esta votación fue anulada inmediatamente, las papeletas fueron quemadas más tarde sin ser vistas, y se procedió a una nueva votación”.
¿Esto verdaderamente sucedió? Socci se detiene bastante en la cuestión. Aquí solamente menciono dos hechos: el único que podría haberle pasado a la Piqué semejante dato de un cónclave, sobre el que se promete secreto pontificio bajo pena de pecado mortal o excomunión, es el mismo Francisco quien, siendo papa, puede hacer lo que quiera. Por otra parte –y no es este un dato menor- la periodista acaba de ratificar este hecho el jueves 1 de octubre de 2014 en su columna de La Nación.
Y, en segundo lugar, el 9 de marzo de 2014, apareció en el Corriere della Sera un artículo de Gian Guido Vecchi quien afirma que algunos cardenales le relataron que en esa votación sucedió exactamente lo que fue relatado en el libro de la Piqué. Y jamás hubo desmentida alguna al respecto.
¿Cuál es el problema de todo esto? Que la Constitución que fija el funcionamiento del Cónclave, promulgada por Juan Pablo II, regula estas dos posibilidades. El artículo 68 manda que, si se encuentra una papeleta de más, el escrutinio debe ser anulado. Y el artículo 69 dice que, si se encuentran dos papeletas plegadas juntas de modo tal que hagan suponer que un cardenal introdujo por error dos en vez de una, si ambas tienen el mismo nombre, se debe contabilizar un solo voto; si tienen nombres distintos, se deben anular ambas, y si una de ellas está en blanco, se debe contabilizar el voto del candidato que aparece en la otra.
Todo hace suponer que este fue el caso, según el relato de Piqué y de los cardenales indiscretos que hablaron con el periodista del Corriere, pero la cuestión es que no se aplicó el artículo 69 sino el 68, anulando toda la votación.
Muchos dirán: es un detalle legal; apenas un codicilo que de ninguna manera puede poner en juego una elección pontificia. Y dice Socci: es exactamente al revés. Un codicilo puede no poner en juego la elección del presidente del consorcio de un edificio, pero sí la del Romano Pontífice, porque se trata del oficio más importante y delicado del mundo, y porque Dios confiere el poder prometido por Cristo a Pedro y sus sucesores solamente a quien sea válidamente elegido siguiendo las normas promulgadas por quien tiene el poder de las Llaves. Además, recordemos que por codicilos menores la cristiandad estuve en crisis durante siglos enteros, y traigo aquí el caso de la herejía arriana que se desató por una i. Ni siquiera era un codicilo, era una vocal, la que diferencia homoiousios de homoousios, es decir, “de sustancia similar al Padre” y “de la misma sustancia del Padres” la que dejó a la mayor parte de Europa bajo el arrianismo.
Por otra parte, si la situación fue la que se narra, se habrían producido otras dos graves irregularidades:
a)  La misma constitución Universi Dominici Gregis prohíbe taxativamente que se hagan más de cuatro votaciones en un mismo día. Pues bien, el 13 de marzo de 2013 se hicieron cinco votaciones, contraviniendo nuevamente las normas explícitas de una regulación pontificia promulgada por un Romano Pontífice en poder de las Llaves. ¿Qué habría cambiado se la votación se hacía el día siguiente? Nadie puede saberlo, pero los cardenales habrían tenido tiempo de compartir conversaciones, una comida juntos y una noche de descanso. Entre otras cosas, los cardenales que votaron por Bergoglio aconsejados o presionados por Kasper y su pandilla habrían tenido tiempo de conocer un poco más quién era este desconocido purpurado “del fin del mundo” y los peligros que implicaba dejar a la Iglesia en sus manos.
Por otro lado, la Universi Dominici Gregis también establece que las papeletas, en el momento del conteo de los votos, deben estar plegadas y el cardenal escrutador no debe mirar ni leer los nombres que aparecen en ellas. Esto sólo debe hacerse en el escrutinio. Pero, siempre según la Piqué, el cardenal descubrió la papeleta extra en el momento del conteo y allí mismo vio que una estaba blanco. Es decir, la desdobló y leyó lo que estaba escrito en ella.
Irregularidades mayores o menores pero que, en definitiva, indican que la elección se hizo de modo diverso a como estaba dispuesto. Y es el artículo 76 de la Constitución Universi Dominici Gregis el que dice: “Si la elección se hiciera de un modo diverso a como ha sido prescrito en la presente Constitución o un hubiesen sido observadas las condiciones establecidas, la elección es por eso mismo es nula e inválida, sin que intervenga alguna declaración en este sentido y, por tanto, no confiere ningún derecho a la persona elegida”.   

Conclusión 1: Con respecto al primer punto,  no tengo duda alguna: Benedicto XVI es Papa. Con respecto al segundo punto, tengo dudas, como también las tiene Socci, pero es verosímil. No se trata de ninguna conspiración. En todo caso, sería la conspiración de los lelos, porque se habría tratado de un descuido en la observación de la Constitución, pero un descuido insanable. La única solución sería la realización de un nuevo cónclave.
Conclusión 2: Si aceptamos que la votación del 13 de mayo de 2013 fue nula y Bergoglio, consecuentemente, no es Papa, esto genera una situación que explica, al menos, dos hechos:
1. El desconcierto cada vez mayor de gran número de fieles de todo el orbe católico frente a lo que está sucediendo en la Iglesia en los últimos tiempos, y que se origina porque no se entiende que un papa pueda decir y hacer lo que dice y hace Bergoglio. Pues bien, el tal hace y dice esas barbaridades porque no es papa y, por tanto, no tiene la asistencia asegurada por Cristo al sucesor de Pedro.
2. Se entenderían de un modo bastante claro –o más bien, clarísimo- el Tercer Secreto de Fátima, en el que sor Lucía ve a un “obispo vestido de blanco” y, poco después, al Santo Padre que es perseguido y asesinado. Es decir, el obispo vestido de blanco no es el Santo Padre. Y las visiones de la beata Ana Catlina Emmerich que en numerosas ocasiones habla de la Iglesia con dos Papas.
Insisto en lo que dije más arriba. Es un libro inquietante, y por una sencilla razón: si se aceptan sus argumentos, nadie puede permanecer como está; debe tomar una decisión, y no es una decisión fácil.

Momentos de confusión para los fieles, dicen las profecías sobre los últimos tiempos.

El libro puede comprarse en versión electrónica en librerías italianas, por ejemplo Ibs.it o Hoepli.it.

Pour en finir

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El post publicado ayer ha dado lugar a una catarata de comentarios. Muchos están publicados; otros han sido eliminados. Me parece que ya es suficiente porque no es este un blog que busque el rating medido por la cantidad de comentarios a sus entradas.
Mi intención fue reseñar y presentar un libro que plantea dos situaciones extraordinarias en la historia de la Iglesia: la renuncia de un papa al ejercicio activo del ministerio petrino, pero que continúa siendo papa... emérito, pero papa al fin, y la duda acerca del procedimiento que se siguió en la elección del papa Francisco, lo que podría dar lugar que la misma fuera inválida.
Yo me expresé, y me expreso, en total conformidad con la primera cuestión: Benedicto XVI sigue siendo Romano Pontífice -él mismo dispuso continuar ostentando este título- y Papa Emérito. Esto es raro, más bien, rarísimo. Pero es así.
Y me expresé, y expreso, con dudas con respecto a la segunda cuestión, aclarando, como lo hice oportunamente, que no soy jurista ni canonista por lo que muchos detalles se me pueden escapar. De hecho, la aparición ayer de una refutación fundada, aquí mismo publicitada, a la hipótesis Socci hacen aún más fundadas esas dudas.
Yo digo que es una "cuestión dudosa"; Martin Ellingham dice que es una "cuestión conjetural"; otros podrán decir que es "controvertida", o "discutida" o cualquier otra adjetivación similar. Sea como fuera, aquí hay una sola cosa que vale: yo soy hijo de la Iglesia y no me corresponde a mí, como simple laico, decidir sobre cuestión tan delicada. Deberán ser los órganos e instituciones que la Santa Iglesia posee quienes, llegado el caso y si fuere menester, tomen una decisión. Y como bien dije ayer en el post, esos órganos son el Sacro Colegio Cardenalicio y el Concilio Ecuménico.
Mientras éstos no se definan, yo seguiré aceptando con fidelidad de hijo, que la Iglesia está regida por el Santo Padre Francisco y que -más allá de lo inédito de la situación-, posee también un Papa Emérito, Su Santidad Benedicto XVI.

Comentarios cerrados.

a = F / m

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Añoro los tiempos en que publicaba en este blog una o dos entradas semanales y discutíamos algún texto de Newman o de Knox, o alguna opinión teológica siguiendo a Santo Tomás o a sus comentadores. Ahora, en cambio, en conciencia no puedo hacer más que comentar lo que día a día estamos viviendo.
Esa es la razón del título de este post: la fórmula la aceleración, porque la velocidad con que se están sucediendo los hechos asusta. Y asusta porque todas las tradiciones religiosas afirman que, en los tiempos postreros, todo sucederá aceleradamente, como la masa que, cuanto más cerca está del centro de gravedad, mayor velocidad adquiere.
Comentaré en este caso los acontecimientos que hemos visto no el último año, ni el último mes, ni siquiera la última semana. Comentaré lo que ha pasado en los últimos tres días.
1) El primero caso llegó a mis manos el lunes, aunque seguramente era conocido con bastante anterioridad por los párrocos. Se trata de un documento elaborado por la Conferencia Episcopal Argentina sobre “El acompañamiento pastoral de los fieles que han hecho cambio civil de género”. Puede bajarlo aquí. Amparados en la encíclica Chantae Gaudium, en la que el papa Francisco dice que “… hay que acompañar con misericordia y paciencia las etapas posibles de crecimiento de las personas que se van construyendo día a día”, los obispos instruyen a los curas para que, cuando se acerque algún tipo de personas que se encuentran en esta “etapa de crecimiento y construcción personal”  a solicitar los sacramentos de la iniciación cristiana “que no serán negados por los ministros sagrados”, se informe primero por escrito al Ordinario del lugar, quien dará la autorización a condición de que se coloque una nota marginal aclaratoria en los libros parroquiales.
El caso puede ser de dos personas del mismo sexo que se han casado o de un “matrimonio” en el que uno de los “cónyuges” hizo cambio de sexo, y quieren bautizar a su hijo. No se les negará. Sobre esto puede haber discusión, y verán los canonistas y quienes tienen cura de almas, si es o no lícito negar el bautismo a un niño que crecerá en esas condiciones contra-natura.
Pero lo que resulta indignante es que los obispos, con aprobación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, estipulan que si un casado civilmente con otra persona de su mismo sexo o alguien que hizo cambio de sexo, se acerca a recibir el bautismo o la confirmación, se les concedan estos sacramentos, eso sí, con nota marginal.
A ver: pellizquémonos. Un tipo que nació varón pero se “hace” mujer civilmente, o civilmente se “casa” con otro varón y que, permaneciendo en esa situación, un día se le da por recibir los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo y confirmación) lo puede hacer sin problemas. ¡Es un disparate! A los excelentísimos prelados argentinos les convendría releer las Catequesis bautismales de San Cirilo de Jerusalén, Padre y Doctor de la Iglesia, del siglo IV, tan cercano a la “simplicidad evangélica” a la que gusta referirse el papa Francisco. Cuando los catecúmenos eran considerados aptos para recibir el bautismo, es decir, cuando habían dejado los hábitos pecaminosos, la iglesia los hacía formar parte de los photizómenoi, los que van a ser iluminados, y allí recibían las enseñanzas del obispo que, entre otras cosas, les decía: “El pecado es una cosa terrible y la transgresión de la ley es una enfermedad del alma que al mismo tiempo que destruye su vigor se convierte en cómplice del fuego eterno” (Catequesis II, 1). Señores obispos, cambiarse de “género” o vivir en concubinato con una persona del mismo sexo, ¿no es transgredir la ley? ¿Cómo una persona, por más que se encuentre en una etapa de “crecimiento y construcción personal”, y que vive en esas condiciones de pecado puede ser “iluminado” con el bautismo y la confirmación? ¿Ustedes creen, acaso, que con una nota marginal se soluciona el problema? Pastores de esta calaña no merecen sino la maldición de Dios.
2)  Pasemos ahora al sínodo que se está celebrando en Roma. Llama la atención de que el mismo Papa que ha pedido una Iglesia de puertas abiertas, organice un sínodo de puertas cerradas: nadie puede saber qué se dijo ni quién lo dijo. Lo único que se sabe es lo que la oficina de prensa de la Santa Sede informa diariamente a través de un escueto boletín. Es decir, se sabe lo que Bergoglio quiere que se sepa. No me extrañaría en, en algún tiempo, comience a hablarse del “sínodo de los padres” y del “sínodo de la prensa”.
Hace un mes, yo me hubiese sumado al lector del blog que se jugó una vaquillona tierna a que el documento final del Sínodo iba a ser un largo ni fú ni fá, en el que se reafirmaría la doctrina de siempre y se haría la vista gorda a prácticas pastorales concretas. Ahora, no me jugaría ni el osobuco de la vaquillona, porque seguro que lo pierdo.
El domingo publicaba en el blog un comentario sobre las afirmaciones del papa Francisco en su entrevista con Morales Solá: “La juventud no se casa. Es una cultura de la época. Muchísimos jóvenes prefieren convivir sin casarse. ¿Qué debe hacer la Iglesia? ¿Expulsarlos de su seno? ¿O, en cambio, acercarse a ellos, contenerlos y tratar de llevarles la palabra de Dios? Yo estoy con esta última posición”. No lo afirmaba, pero dejaba entrever que se podría admitir al sacramento de la eucaristía a los jóvenes que conviven sin casarse porque la Iglesia no puede expulsarlos de su seno. Muchos me dijeron que mi interpretación era descabellada.
Pues bien, lean ustedes aquí lo que declaró ayer el Superior General de la Compañía de Jesús, P. Adolfo Nicolás, que ven ustedes en la foto de la izquierda abrazándose efusivamente con Bergoglio. Son muchas las barbaridades que dice el jesuita, pero que quedo con la siguiente: “Puede haber más amor cristiano en una unión irregular que en una pareja casada por la Iglesia”. Léanlo nuevamente y pellízquense. Esto lo acaba de decir un “padre sinodal”. Como bien comenta el blog Ex Orbe,  al decir el P. Nicolás que en una unión pecaminosa puede haber virtud cristiana (“amor cristiano”), dice también que en el Sacramento del Matrimonio podría no haber gracia. Ergo, Nicolás está diciendo que quizá sea mejor un estado de pecado que una vida en gracia. Ergo, ¿para qué sirve el Sacramento, si el fornicar de los enamorados es virtud?
No me extrañaría que los Padres Sinodales terminaran abriendo la manga más de lo que pensábamos: a fin de alcanzar una Iglesia inclusiva, que acompaña al hombre en su camino de construcción personal, y habida cuenta de que la comunión es “remedio” para los enfermos y no “premio” para los perfectos, no se negará el sacramento de la eucaristía a los divorciados y vueltos a casar ni a los convivientes. Y, como quien dice “a” dice “b”, tampoco se negará aún si los convivientes son del mismo sexo.
c) Pueden leer aquí el boletín que reporta lo actuado en el sínodo el día de ayer. Obsérvese como se machaca con insistencia en el bergoglema: “La eucaristía no es el sacramento de los perfectos, sino de aquellos que están en camino”. Sumemos a este latiguillo la intervención en el sínodo de un matrimonio australiano, Ron y Mavis Pirola, codirectores del Consejo Católico de Australia para el Matrimonio y la Familia: “Unos amigos nuestros estaban planeando su reunión familiar para Navidad, cuando su hijo gay les dijo que quería invitar a su compañero. Ellos creían profundamente en las enseñanzas de la Iglesia y sabían que a sus nietos les habría gustado ver que acogían a su hijo y a su compañero en la familia. Su respuesta podría ser resumida en tres palabras: “Es nuestro hijo”. Este, explicaron Ron y Mavis Pirola, es un «modelo de evangelización para las parroquias, puesto que responden a situaciones semejantes». El papel de la Iglesia es el de «hacer conocer al mundo el amor de Dios»”. Nuevo pellizco por favor. Esto se dice en el aula sinodal.
d) Y termino con lo que dijo hoy mismo el Papa Francisco en la Audiencia General de los miércoles: “…hoy estoy muy agradecido al Señor, porque hoy ¡hace 70 años que hice la Primera Comunión! Pero, hacer la Primera Comunión todos nosotros debemos saber que significa entrar en comunión con los otros, en comunión con los hermanos de nuestra iglesia, pero también en comunión con todos aquellos que pertenecen a comunidades diferentes, pero creen
en Jesús. Agradezcamos al Señor, todos, por nuestro bautismo, agradezcamos al Señor todos, por nuestra comunión, y para que esta comunión sea al final una comunión de todos juntos”.
Por favor, lean el texto nuevamente y díganme si lo que el Pontífice de la Santa Iglesia ha dicho es doctrina católica. ¿Ni una mención siquiera a la presencia real del Señor en la Eucaristía? No vale la pena rebatirlo. Un niño de primer año de catequesis lo puede hacer.
Conclusión: Se comenta en círculos cercanos al Vaticano que ayer, luego de unas de las intervenciones de Francisco en el sínodo, dijo el cardenal Gerhard Müller, con claridad aunque en voz baja: “Ma come puó dire tante stronzate!”, en criollo: “¡Pero cómo puede decir tantas boludeces!” Eminencia, las seguirá diciendo. Pero no se quejen; ustedes lo eligieron.
Yo creía que un palurdo como Bergoglio no iba a hacer más que un pontificado berreta, pero ahora me está pereciendo que estaba equivocado. Estoy viendo algo mucho más oscuro y escalofriante detrás.

¿Bergoglio terminó de levantar la compuerta? ¿Habrá sido quitado el katejon?

Tucho el Gradual

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Mons. Víctor “Tucho” Fernández es el Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Fue propuesto para ese cargo por el entonces cardenal Jorge Bergoglio pero la Sagrada Congregación para la Educación Católica lo rechazó en varios oportunidades no sólo por el más que escaso nivel académico del candidato, sino por las dudas en cuanto a la ortodoxia de su doctrina. El en ese momento P. Fernández había hecho declaraciones públicas bastante vidriosos y ambiguas cuando se discutía en el Congreso la ley de matrimonio igualitario.
Pero el arzobispo porteño no se dio por vencido. Movió cielos y tierras romanos y, a pesar de su desagrado por lo viajes, se allegó a misma Ciudad Eterna para presionar personalmente, y finalmente consiguió que el Tucho reemplazara a Mons. Zecca en el rectorado de la UCA. Habrá sido por este motivo que, el primer acto de su pontificado, fue nombrar al P. Fernández arzobispo in partibus, es decir, sin diócesis asignada, casi como un premio para él y una humillación para quienes se habían opuesto a sus intenciones. Mons. Tucho es ahora, además de amigo y consejero teológico de Bergoglio, “padre sinodal” y vicepresidente de la comisión que redactará el mensaje final del sínodo.
Ayer brindó una conferencia que pueden leer aquí en la que, entre otras cosas afirma: “El matrimonio cristiano es un «ideal hermoso», pero cuando se habla de «gradualidad» se pretende decir que hay que tomar en consideración «la realidad concreta de las personas que no pueden llegar a aquel ideal», por lo que hay que recordar esa categoría del «bien posible» evocada por Papa Francisco en la “Evangelii gaudium”, a la que hay que aspirar «incluso con el riesgo de ensuciarnos en el lodo del camino».
Pasemos en limpio: a la perfección cristiana a la que todos estamos llamados se llega gradualmente. Es un camino que los místicos dividen en tres etapas. Las mismas virtudes, que son hábitos, se adquieren gradualmente, y a veces lleva años el adquirirlas. Sobre estoy no dudas.
Pero pareciera que Tucho el Teólogo confunde el estado de perfección cristiana o el estado de virtudes adquiridas con el estado de gracia. A la gracia –el Dios Uno y Trino habitando en el alma-, no se llega gradualmente: se llega o no se llega; se posee o no se posee; se encuentra o se pierde. El cristiano está en gracia o está en estado de pecado; nunca la teología católica escuchó que se puede estar “gradualmente” en gracia: media gracia o un cuarto de gracia no son medidas vigentes, hasta ahora.
Lo que pretende hacer el Tucho es explicar por qué un divorciado que contrajo nuevas nupcias civiles y que, por tanto, vive en adulterio, puede comulgar: no ha llegado al grado de “matrimonio perfecto” sino que se está acercando gradualmente a él. Esto quiere decir que su alma en un estado gradual de gracia, inferior al máximo deseable, pero la suficiente para poder recibir la Sagrada Eucaristía sin cometer sacrilegio.
“Cuando Jesús salía para irse, vino un hombre corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo uno, Dios. Tú sabes los mandamientos: ‘No mates, no cometas adulterio, no hurtes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.’” (Mc. 10, 17-19)
¿Hace falta la exégesis? El Señor no le dijo al joven rico: “Gradualmente deja de matar; gradualmente deja de cometer adulterio; gradualmente…”. Lo de Mons. Tucho es, a mi entender, lisa y llanamente una falsificación del mensaje evangélico y una traición al depósito de la Fe, tal como la recibimos de nuestros padres.
Pero no terminan aquí las noticias del día. Como nos advierte el blog In Expectatione, en la homilía diaria en Casa Santa Marta, el papa Francisco afirmó que: “Dios no existe: ¡no se escandalicen! ¡Dios así no existe! Existe el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son personas, no son una idea en el aire… ¡Este Dios spray non existe! ¡Existen las personas!”.
A ver: el sucesor de Pedro, encargado por el mismo Verbo de Dios hecho hombre de “confirmar a sus hermanos en la fe”, dice lo que ustedes acaban de leer. Si lo tomamos al pie de la letra, debemos decir que el papa Francisco no cree en la naturaleza ni en la esencia divinas. “Eso”, en lo que él no cree, no sería más que un “spray”. Él solamente cree en las personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero no en la Trinidad como unidad de personas.

Le aconsejo a los tomistas que no se les ocurra hablarle del Ipsum Esse Subsistens porque, debido a que no entiende el concepto, seguro que les da una misericordiación de esas que él sabe dar.

El sofisma cardenalicio... y papal

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El sofisma moral principal es identificar la condena de Jesús a los "mandamientos de hombres" de los fariseos y los preceptos de la Iglesia con los mandamientos de la ley de Dios.
Hoy, el cardenal Coccopalmiero, refiriéndose al tema de los divorciados, dijo: “Jesús en el Evangelio dijo: «Cuando se cae el hijo en el pozo el día sábado, ¿qué haces? Las respuestas, en esta situación de gravedad y urgencia, pueden ser dos: o no hago nada porque tengo que respetar la ley del sábado, o, en cambio, intervengo, porque hay personas que me necesitan, gravedad y urgencia. La ley del sábado existe, la respeto plenamente, pero tengo casos que disponen de mi intervención»”.

El voluntarismo nominalista reaparece: todo es ley de contenido voluntario, por eso se puede dispensar. Es tan arbitrario no comer carne los viernes como no acostarse con una persona del mismo sexo o vivir en adulterio. Lo que importa es la Persona y el “Amor”, que independizado de una ley-logos, deja de ser tal. Contra esto Jesús fulmina: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos”.

Ludovicus
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