Quantcast
Channel: Caminante Wanderer
Viewing all articles
Browse latest Browse all 1493

El gran acusador

$
0
0

La semana pasada, el Santo Padre en una de sus homilías matinales, habló del Gran Acusador que, según él, en los últimos días se está dedicando a acusar a los pobres obispos. Analicemos un poco este paso de su homilía que es muy revelador de lo que Bergoglio tiene en la cabeza.
En primer lugar, cuando el Papa habla de “el gran acusador” se refiere claramente al demonio y lo hace a partir de varios textos bíblicos que lo califican de ese modo. De hecho, Satán significa en hebreo acusador o calumniador, y lo mismo significa en griego diablo. En el primer capítulo del libro de Job, Satanás o el Acusador, se presenta ante el tribunal de Dios acusando a Job de que su piedad es interesada y que, si pierde todo, se volverá contra su Señor. El profeta Zacarías narra: “Me hizo ver después al sumo sacerdote Josué, que estaba ante el ángel de Yahveh; a su derecha estaba Satán para acusarle” (3,1). En este caso, Satanás busca presentar falsas acusaciones contra el patriarca Josué. Finalmente, en el Apocalipsis se dice: “Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado” (12,10). 
Vemos en todas estas correspondencias bíblicas que el Acusador, es decir, Satanás, acusa a los “hermanos”, es decir, a los “santos” (sean los del AT como Job o Josué, o sean los del NT), con mentiras, buscando que sean condenados.Lo que quiere el Demonio es que se salve la menor cantidad posible de hombres y su inquina es sobre todo con aquellos que más cerca están de Dios, o que Él ama de un modo más particular. A ellos, trata de embarrarlos con engaños y calumnias ante “el temible tribunal de Dios” a fin de que sean rechazados de su presencia. Sin embargo, Yahveh le quita las ropas sucias a Josué y lo viste con ropas espléndidas (Zac. 3, 3-4), porque esas son las vestiduras que le corresponden como sumo sacerdote, y no las que quiere endilgarle el Acusador. Y es por eso, por sus mentiras y calumnias contra los santos, que será arrojado en los últimos tiempos.
La exégesis que propone el Papa Francisco es novedosa. Según él, la maldad del Acusador no consiste en la mentira sino en sacar a la luz los pecados reales y concretos de los pobres obispos. Lo dice claramente con expresión resignada en la homilía: “Es verdad. Todos los obispos somos pecadores. Pero él busca revelar los pecados, que se vean, para escandalizar al pueblo”. 
Se trata de un cambio drástico del sentido del texto revelado: el problema no es el pecado de los obispos; el problema es que sean dados a conocer, es decir, que los prelados sean acusados públicamente de lo que verdaderamente cometieron, y así el pueblo termine escandalizado. Lo que ellos hagan tras la puerta de sus alcobas, corresponde a su vida privada.
No es una novedad. El cardenal Bergoglio dijo exactamente los mismo a través de su vocero, el P. Guillermo Marcó, en agosto de 2005 con el caso de Mons. Juan Carlos Maccarone, el obispo manfloro que fue pescado refocilándose con su chofer, y también lo dijo en el caso de Mons. Fernando Bargalló, que fue pescado con su barragana de las playas caribeñas: “Trabajó para los pobres y esto le valió la persecución”, dijo Bergoglio en la homilía de despedida de Bargalló. Es decir, fue acusado a pesar del gran trabajo que hacía por los pobres (Una curiosidad: Bargalló, aunque depuesto, sigue participando de las reuniones de la Conferencia Episcopal Argentina, donde clama en alta voz por su reposición porque ya hizo penitencia).
El problema, entonces, no es el pecado contra el sexto mandamiento secundum vel contra natura que cometen los obispos; eso corresponde a su vida privada. El problema es la acusación pública de esos pecados, lo cual es obra del demonio, el Gran Acusador que ha sido liberado. 
Quizás exagero, pero considero que es muy grave el hecho. El Papa Francisco ha manipulado deliberadamente la Palabra de Dios durante una homilía (¿magisterio?), tergiversando el texto sagrado a fin de sostener una enseñanza errónea según la cual lo grave no es el pecado en sí -ya que es inevitable porque todos somos pecadores-, sino su publicidad. 
¿Quién hablaba de un Falso Profeta?


Viewing all articles
Browse latest Browse all 1493

Trending Articles