
Ayer, la vicepresidente de la Nación, doña Gabriela Michetti, convocó a todos los funcionarios nacionales que están en contra de la ley que despenaliza el aborto, que concurrieran a las puertas del Congreso a fin de sacarse una foto. Y así lo hicieron el mediodía de hoy.
El único medio que hasta el momento se ha hecho eco de la noticia es la agencia católica Aica. El resto, dedican sus portales a noticias de mayor relevancia como el suicidio de la hermana de la reina Máxima.
La iniciativa está bien y es mejor que nada. Todo ayuda en una batalla que, mucho me temo, perderemos.
Sin embargo, una foto no es suficiente. Lo que está en juego posee un nivel mucho más profundo, casi ontológico: la lucha del Bien contra el Mal que se presenta ya desembozadamente. Como decía Ludovicus citando a Chesterton, “La cuestión es bien clara ahora. Es entre la luz y la oscuridad, y todos deben elegir en qué lado están”.
Como en su momento hicieron gobernantes y funcionarios de otros países, creo que todos los católicos que actualmente poseen un cargo político en el ejecutivo del gobierno federal, si la ley es aprobada, deberían renunciar. No se puede ser cómplice de un gobierno asesino.
Como en su momento hicieron gobernantes y funcionarios de otros países, creo que todos los católicos que actualmente poseen un cargo político en el ejecutivo del gobierno federal, si la ley es aprobada, deberían renunciar. No se puede ser cómplice de un gobierno asesino.
Cosa un poco distinta ocurrió en Italia, donde Lorenzo Fontana, el nuevo Ministro de Familia, sin pensar en ninguna corrección política salió a decir no con una foto sino con una carta pública lo que piensa del la guerra, y la derrota, cultural que estamos viviendo:
Distinguido Director,
Le agradezco a usted, a Il Tempo, a su redacción y a todos aquéllos quienes me han expresado su apoyo en estos días donde hay fuertes intento de atacarme personalmente y también a los valores en los que se ve reflejada la mayoría silenciosa y pacífica del país.
Lo que hemos visto recuerda amargamente las previsiones de Gilbert Keith Chesterton: “Las espadas serán desenvainadas para demostrar que las hojas son verdes en verano”, una profecía que ya no parece tan remota. Y esto es lo que pasó.
Hemos afirmado cosas que pensábamos que eran normales, casi obvias: que un país para crecer necesita tener niños, que la mamá se llama mamá (y no progenitor 1), que el papá se llama papá (y no progenitor 2). Hemos dicho que los últimos y los únicos que deben tener la palabra sobre la educación, crecimiento y cuidado de los niños son su propia mamá y papá, principio sacrosanto de libertad.
La reacción —de ciertos ambientes que han hecho del relativismo su bandera— ha sido violentísima. Ha comenzado una feroz ráfaga de insultos, ofensas, incluso personales, amenazas (que serán llevadas a la atención de las oficinas competentes).
Las redes sociales han amplificado el alcance de esta acción, por algunos llevada al extremo. Vivimos en tiempos extraños. La furia de cierta ideología relativista va más allá de los confines de la realidad, llegando incluso a poner en duda algunas transparentes evidencias, que encontramos reflejadas plenamente en nuestra Constitución.
“La República reconoce los derechos de la familia como sociedad natural fundada sobre el matrimonio”, dice el artículo 29, que será el principio de acción del Ministerio.
Dicho esto: la revuelta de las élites no nos asusta y no nos asusta enfrentar la dictadura del pensamiento único.
Seguiremos adelante, con gran motivación, tenemos muchos proyectos para implementar. Lo haremos con los muchos que —como usted— nos han manifestado su solidaridad. Ustedes han estado conmigo y son muy numerosos, y a todos va un sentido agradecimiento.
La historia nos conforta. “Os llamarán papistas, retrógrados, intransigentes, clericales: ¡estad orgullosos!”, decía San Pío X. Y nosotros estamos orgullosos de no tener miedo de decirnos cristianos, de decirnos madres y padres, de estar por la vida.
Tenemos hombros los suficientemente anchos para resistir los ataques gratuitos respondiendo con la evidencia de los hechos, la fuerza de las ideas y la concretización de las acciones. Honor sea dado a un diario libre que tiene el coraje de expresar posiciones a contracorriente. Nunca antes en la historia había ocurrido que luchar por la normalidad se haya convertido en un acto heroico.
Con estima,
Lorenzo Fontana
Ministro de la Familia