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Channel: Caminante Wanderer
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¡Qué alivio!

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Ayer, Jueves Santo, los pecadores como yo sentimos alivio: el infierno no existía. ¡Estoy salvado!, me dije, aunque no me gustó mucho la idea de que, para eso, desaparecería.
Eso es lo que los titulares de todos los diarios del mundo afirmaban. Y que el infierno no existía lo había dicho nada menos que el papa Francisco en una de las habituales entrevistas que concede al ateo fundador de La Republicca, Eugenio Scalfari. Sus palabras habrían sido:
No son castigadas [las almas de los malvados], aquellos que se arrepienten obtienen el perdón de Dios y se evaden entre las filas que lo contemplan, pero aquellos que no se arrepienten no pueden entonces ser perdonados, desaparecen. No existe un infierno, existe la desaparición de las almas pecadoras.
Tamaño escándalo exigía algún comunicado aclaratorio por parte de la Santa Sede, no fuera cosa que se debiera cambiar el Credo de un día para otro. Y vino enseguida:
El Santo Padre Francisco recibió recientemente al fundador del diario La Repubblica en un encuentro privado con ocasión de la Pascua, pero sin dar una entrevista. Lo que fue referido por el autor en el artículo de hoy es fruto de una reconstrucción, en la que no han sido citadas las palabras textuales del Papa. Ningún entrecomillado del artículo debe ser considerado, por tanto, como un transcripción fiel de las palabras del Santo Padre.
Vayamos a algunas reflexiones sobre el hecho:

  1. A la mayoría de los católicos “comprometidos” todo este circo ya no nos causa asombro. Nos hemos acostumbrado, lamentablemente, a esta clase de desatinos que ya nos parecen cosa cotidiana. Y eso ya es grave. Pero más grave aún es el daño que se hace al mundo, o si se quiere a los católicos nominales, que se quedan con los titulares de los diarios. Aún hoy, veinticuatro horas después del hecho, la noticia que el infierno no existe encabeza el ranking de noticias más leídas en muchos de los periódicos más importantes del planeta. Por tanto, el lector “de la calle”, se ha formado ya un nuevo credo según el cual la Iglesia en salida del papa Francisco permite el divorcio, permite las relaciones homosexuales y decide que el infierno no existe.
  2. Yo no soy teólogo pero la verdad que no encuentro mucha tradición en la afirmación pontificia según la cual las almas de los pertinaces desaparecen porque el infierno existe. Podríamos pensar enseguida en la venerable herejía de la apokatástasis, que fue sostenida cuando aún la Iglesia no se definía sobre el tema, por grandes Padres como los tres capadocios, Orígenes, San Máximo el Confesor y muchos más. Pero en este caso, e interpretando de un modo particular algunos textos bíblicos, se consideraba que todos los seres racionales, incluidos los demonios, atravesarían diversos estadios (o mundos, o eones) de purificación hasta que, voluntariamente, se arrepentirían y purificados, entrarían en la gloria. En ese momento, toda la Creación retornaría a Dios tal como de Él había surgido. Los concilios y los doctores posteriores enseñaron que tal doctrina era contraria a la fe y se aceptó solo un estadio (o mundo, o eón) purificador después de esta vida, que es el purgatorio. Pero que las almas desaparezcan y que el infierno sencillamente no exista, mai sentito. Me suena, y los que saben más podrán abundar sobre el tema, que se trata de la idea de algunos teologillos modernistas que pulularon en los ’60 y que son los que constituyen el núcleo fundamental de la teología de Bergoglio. (Sobre la apokatástasis, hay un libro reciente de Ilaria Ramelli, The Christian Doctrine of Apokatastasis: A Critical Assessment from the New Testament to Eriugena, Brill, 2013, que, en 900 páginas traza una completísima historia de esta doctrina).
  3. Según indica el sitio Secretum meum mihi, se trata ésta de la tercera vez que el Santo Padre le afirma a Scalfari, en conversación privada que luego es publicada con comillas en La Repubblica, que el infierno no existe, entre otras muchas herejías. No hay que ser muy sagaz para caer en la cuenta que Francisco dice lo que dice a sabiendas de lo que ocurrirá más tarde. Si no fuera así, luego de la primera mentirita del periodista, nunca más habría tenido “conversaciones privadas” con él. Sería insensato para seguir insistiendo en dar entrevistas encubiertas a quien se sabe que luego distorsiona e inventa. Definitivamente, y por sólo sentido común, debemos aceptar que el papa Francisco dijo efectivamente que el infierno no existe y que las almas de los pertinaces desaparecen, y que positivamente quería que tal especie fuera publicada. Se trata de una gravísima herejía, sin vuelta que darle.
  4. La Sala de Prensa de la Santa Sede, dirigida por George Burke -numerario del Opus Dei-, trata de explicar la cosa diciendo que esas palabras, si es que fueron pronunciadas, no se dijeron en una entrevista sino en un “encuentro privado”, que es, palabra más, palabra menos, lo mismo que ha dicho en ocasiones anteriores. Yo estimo que tratándose de materia tan grave habrán consultado antes con el Santo Padre y probablemente éste haya sugerido la solución o al menos la aprobó. Y no resulta extraño pues es exactamente la misma excusa que ha utilizado en otras ocasiones. Cuando el caso del arzobispo Maccarone, que fue filmado teniendo sucios escarceos sexuales con su chofer, el entonces arzobispo de Buenos Aires afirmó que se trataba de cuestiones que pertenecían “a su vida privada”. Cuando, siendo ya pontífice, se conoció las refocilaciones amorosas de Mons. Battista Ricca con un oficial del ejército suizo en la nunciatura uruguaya, el papa Francisco dijo que se trataba de pecados de juventud, perteneciente por tanto a su vida privada. Pareciera entonces que, en la teología pontificia, lo que se hace o dice en privado no cuenta. 

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