por el Sargento García
El pasado 30 de junio tomó posesión de su sede episcopal Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de la República Argentina, y un mes más tarde, ya chocó la calesita.

Olivera se encargó de remarcar a las autoridades civiles y militares con las que se reunió que su misión es eminentemente pastoral y no política, aunque tenga una dimensión política por la particular tarea que desarrolla en el ámbito público. Para plasmar esa consigna nombró Vicario para la pastoral a un joven sacerdote totalmente ajeno al ámbito castrense, dejando la designación del Vicario general para la vuelta de un programado viaje.
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Mons. Pedro Candia se desempeñó con pericia como Administrador diocesano del Obispado Castrense. Esta compleja jurisdicción eclesiástica fue por él conducida, en los primeros tiempos acompañando al anterior obispo y los últimos 10 años al frente de la misma. Los pocos casos conflictivos que tuvo que tratar los resolvió con solvencia.
Durante esos años le tocó lidiar con significativos enfrentamientos entre el gobierno argentino y la Iglesia católica como fueron los provocados por los gobiernos de Kirchner y Fernández de Kirchner; aquellos mismos con quienes el Cardenal Bergoglio –refugiado en su palacio arzobispal– no tenía trato, y se mantenía inserto en su más absoluto mutismo.
La culpa no es del chancho...
En este blog ya se había denunciado la ineptitud de Mons. Olivera para el cargo para el que fue designado por el Papa Francisco y antes del primer mes de gestión los hechos demuestran esa falta de capacidad. Él fue un buen mayordomo del histriónico Mons. Laguna, incluso supo llevar adelante una pequeña diócesis como la de Cruz del eje que cuenta con un puñado de sacerdotes. Pero el Obispado Castrense es inmenso y desconocido para él y para su nuevo colaborador.
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El sacerdote designado Vicario para la pastoral no es del todo ajeno al ámbito militar, pues pertenece a la Sociedad Sacerdotal San Juan, fundada y dirigida por el sacerdote Iván Pertiné Quirno, criado en el ámbito castrense pues es hijo del marino Basilio Pertiné (también es sobrino político del ex presidente Fernando de la Rua). Olivera promueve a esta asociación que encontró en su anterior destino como Obispo, por ello le agradece a éste su generosidad y comunión eclesial por desprenderse de un sacerdote para contribuir con la pastoral entre los militares.
El P. Pertiné está muy agradecido de poder ampliar el espectro pastoral de su fundación en Buenos Aires, donde hasta ahora sólo actuaba por medio de profesores en colegios y universidades católicas. Éstos remitían sus conquistas apostólicas hasta Pilar, la sede más cercana a la Capital. Ahora ahorrarán viajes dirigiéndose a Retiro, además de contar con el campo virgen que ofrece la peculiar diócesis militar.
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Mientras tanto el Obispo Castrense, en medio de esta crisis institucional, partió en viaje rumbo al exterior (“previsto antes de ser nombrado obispo castrense”), rutina que ya se explicó en este blog.