Escribir una entrada en un blog que llame a ser leída en los voraces tiempos en los que vivimos, debe ser necesariamente breve y, por eso también, necesariamente recortada. Y la consecuencia lógica será que muchas veces sea leída también de un modo recortado.
Con respecto a la disputa sobre si Chesterton era optimista o pesimista, veamos lo que él mismo decía meses antes de su muerte en su Autobiografía:
Empecé siendo lo que los pesimistas llaman un optimista; he acabado siendo lo que los optimistas llamarían probablemente un pesimista. Y no he sido nunca, de hecho, ninguna de las dos cosas y, en realidad, no he variado nada. (…) Pues en verdad, nunca he visto los dos lados de esta verdad única expuestos en ningún lado, hasta que abrí un catecismo de un penique y leí las palabras: “Los dos pecados contra la fe son el orgullo y la desesperación”.
Y como corolario, es oportuno el comentario que dejó al post anterior Mary Lennox a quien, desde hace años, no escuchábamos en este foro:
Había una vez una niña que leyó a un Danés, y aquella primera vez, como dijo el P. Leonardo, "no entendió papa”. Pero claro, lo que había agarrado era "El tratado de la desesperación". Y todavía faltaba mucho para que lo entendiera. Luego la niña creció un poco y lo leyó de nuevo, y contrariamente a lo que el mundo decía dicho tratado, no le quitó la esperanza, ni fue un libro “bajón"; fue uno de los mejores libros que había leído, porque justamente la llenaba de esperanza y alegría. Y lo que dice ese pequeño libro es que el Cristianismo es una paradoja y que la cura es la misma enfermedad. En otras palabras, como decía Chesterton, es pesimista y optimista a la vez. La clave está en saber que somos una causa perdida para el tiempo, pero no para la eternidad. Que hay varios planos incluso de la realidad y del alma de cada uno, en que la esperanza va a entrar en juego y la desesperación también. La vida es en colores, y mientras podemos disfrutar la alegría de la redención, soportamos la tristeza de la cruz. Y hay que mantener la tensión de la Paradoja para poder vivir y seguir en la fe. Quien la olvide caerá en el pesimismo derrotista o en el optimismo del mejor de los mundos posibles. No hay que olvidar que luego de hablar de optimismo y pesimismo Chesterton habla de las paradojas del Cristianismo.
Un saludo cordial
La pequeña
Mary Lennox
P.S.: Quien preguntaba sobre El Gran Divorcio, por mi parte recomiendo leer estos dos libros juntos dado que uno es imagen del otro, Lo que dice Kierkegaard Lewis lo pinta magníficamente en sus fantasmas y personas brillantes.