Mientras leía la nota me vino la duda de si, en realidad, no estaría leyendo algún capítulo inédito de Malachi Martin. Pero no; el hecho no es parte de una novela. Sucedió realmente hace pocos días.
Según informa el National Catholic Register, el lunes 25 de mayo se llevó a cabo en Roma un encuentro confidencial -a puertas cerradas y del que sólo pudieron participar selectos invitados- a fin de tratar particularmente los temas centrales del próximo Sínodo sobre la Familia. La reunión fue convocada por los presidentes de las conferencias episcopales de Alemania, Francia y Suiza y fueron invitados teólogos y académicos; religiosos y laicos; hombres y mujeres y, también, representantes de la prensa; alrededor de cincuenta personas en total. El lugar elegido fue la Pontificia Universidad Gregoriana.
Tres fueron los puntos que quedaron claros como resultado de la reunión:
1. La Iglesia no puede negar el sacramento de la Eucaristía, como si fuese un castigo, a aquellas personas que fracasaron en un primer amor.
2. No existe objeción alguna para que la Iglesia reconozca la unión de parejas del mismo sexo que viven en fidelidad.
3. Para hacer posible todo esto, se debe acabar con la llamada “teología del cuerpo”, expresión acuñada por Juan Pablo II, e instalar la “teología del amor”.
Entre otros personajes inquietantes, del encuentro participó el sacerdote alemán Eberhard Schockenhoff, teólogo moral ampliamente conocido -aún en el mundo hispanohablante- por su posición favorable no solamente a las parejas homosexuales sino a los sacerdotes homosexuales.
Hasta aquí la noticia. Pero vayamos ahora al análisis y, sobre todo, a las preguntas que se generan:
1. ¿Por qué el secreto? El cardenal Marx, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, aclaró que la reunión no fue secreta; sin embargo, se enfureció y no supo qué responder cuando le preguntaron por qué, entonces, no había sido publicitada. Simplemente dijo que él había viajado a Roma por asuntos privados. Tan secreto fue el encuentro que ni siquiera los profesores más prominentes de la Gregoriana sabían de su realización.
Si bien la noticia había sido anticipada por Jean-Marie Guénois en Le Figaro, sus resultados se habrían filtrado por una mujer francesa participante (¡cuando no!), experta teóloga y biblista (¡Dios nos libre y guarde!), llamada Anne-Marie Pelletier que habló con un periodista del hiperfrancisquista sitio Vatican Insider. Luego, la levantó Edward Pentin en el artículo ya mencionado del National Catholic Register. Y hoy mismo, aparece también en la columna de Sandro Magister. Pero, hasta donde sé, no trascendió en otros medios lo cual es my llamativo.
Una sola explicación encuentro yo para el secreto: timing. Están armando la bomba para que explote en el momento adecuado a fin de que el efecto destructivo sea mayor. Ese momento sería las semanas previas al Sínodo.
2. ¿Por qué el 25 de mayo? En ese día concurrieron dos hechos que eran perfectamente previsibles para los organizadores: se conocieron los resultados del referendum por el cual el pueblo de la catoliquísima Irlanda aprobó por amplia mayoría el “matrimonio” homosexual. Todos preveían que eso ocurriría y que no haría más que confirmar las conclusiones de las consultas a los fieles promovidas el año pasado sobre esos temas en Alemania y Suiza.
Además, y más importante todavía, ese día se reunía el Consejo Ordinario del Sínodo de los Obispos a fin de preparar el instrumentum laboris del Sínodo de octubre. Se trata del documento sobre el cual los obispos discutirán, por lo que era una reunión trascendental.
También en este caso se buscó un timing: aunque secreta, la reunión sería una fuerte presión a los miembros del Consejo Ordinario: una reunión paralela a fin de medir fuerzas.
3. ¿Por qué en Roma y por qué en la Gregoriana? Si los organizadores eran obispos alemanes, franceses y suizos, lo más lógico habría sido realizar la reunión en otra ciudad más cercana, por ejemplo, en Basilea. No me parece que el motivo de elegir Roma se deba a que tenían ganas de comer pizza o a que los pasajes en German Wings están en oferta. Un motivo podría haber sido aumentar la presión al Consejo del Sínodo. No es lo mismo discutir en un lugar sereno y soleado que hacerlo teniendo enfrente al ejército enemigo que muestras las armas mientras canta el Haka y, peor aún, sabiendo que dentro del Consejo mismo hay varios representantes del enemigo.
Pero más me llama la atención que se haya elegido la Universidad Gregoriana. ¿Qué necesidad había de hacerlo en un lugar tan resonante? Siendo que uno de los participantes fue el presidente de la comunidad San Egidio, bien podrían haberse encontrado en el Trastévere, que es mucho más pintoresco que el palacio de la Piazza della Pilotta.
Pero, más allá de la logística, una reunión de tal alto nivel -el convocante principal fue el cardenal Marx, miembro del G9- y con un perfil tan claramente desafiante a la enseñanza tradicional de la Iglesia no se podría haber hecho en la Gregoriana sin la autorización expresa de las más altas autoridades. Dicho de otro modo, habilitar un aula de la universidad jesuita para la reunión fue una orden directa que recibió su Rector -de allí que los profesores no conocieran nada del encuentro- de la Curia Generalicia de la Compañía. Y todos sabemos que borgo Santo Spirito está a un tiro de piedra de Santa Marta y los contactos entre ambos palacios son más que frecuentes. Pregúntenle si no a Spadaro y a Scannone.
Pero aquí no hay acuerdo en el equipo de redacción del Wanderer. Algunos consideran que el papa Francisco nunca alentaría a estos personajes que, directamente y sin tapujos, pretenden minar la doctrina de la Iglesia. Yo, en principio, comparto la opinión. Bergoglio no es Malo sino que hace maldades; para ser Malo hay que ser un hombre superior, y el papa Francisco es un mediocre, un berreta; no le da el cuero para ser Malo. A Bergoglio no le interesa que los adúlteros comulgan -de hecho, lo vienen haciendo desde hace décadas- ni que dos maricas se casen -en muchas iglesias jesuitas de Argentina realizan una bendición nupcial para estos casos desde hace años-. A Bergoglio le importa solamente él, y habiendo conseguido lo que quería -el pontificado-, ahora solamente improvisa con ocurrencias diarias y variables.
Sin embargo, es un hecho incontestable -y esta es la opinión de otros miembros de la redacción- que la reunión de marras no se podría haber realizado sin la autorización expresa de Bergoglio. ¿Su parresía lo llevará a tanto?
4. ¿Por qué la prensa? Si bien todo este asunto viene acompañado por vahos sulfurosos, el hecho de que hayan participado representantes de los principales medios del mundo -se sabe que había periodistas de La Reppublica, del Frankfurter Allgemeine Zeitung, de las radios alemanas ZDF y ARD y de La Croix de Francia- enrarece aún más el ambiente y el tufo a azufre apesta. Ya sabemos quién es el Dueño de la prensa mundial y para qué Señor trabajan. De sobra conocemos que ellos son las primeras líneas de combate de Sauron. La conclusión es sencilla: la cúpula de la iglesia europea -o buena parte de ella al menos- se ha aliado claramente con el Enemigo, y mejor no pensemos en la posibilidad de que Saruman, el mago vestido de blanco, sea también un aliado de Mordor.
Pero más allá de esta hipótesis, lo cierto es que debemos estar preparados porque durante las semanas previas al sínodo de octubre todas las huestes del País de las Tinieblas lazarán un ataque pocas veces visto.
¿Será ya la hora de huir a las montañas?