por Eck
4) La Resolución del nudo gordiano.
La resolución adecuada es cortar por lo sano como hizo Alejandro Magno el nudo gordiano fatal que une los dos ritos y crea la guerra litúrgica fratricida. En mi opinión para ello se deberían tomar las siguientes medidas:
-Reconocimiento oficial e institucional de que hay dos ritos distintos en el ámbito de la Iglesia Romana: El Rito Romano y el Rito Vaticano, cada uno con su Lex orandi propia.
-Reforma en profundidad de las rúbricas del Rito Vaticano para poner orden a la anarquía reinante y atacar los sacrilegios.
-Creación de oficinas separadas en la Congregación de Ritos para cada uno de ellos. Se deberá poner la norma fundamental que toda reforma futura no será obligatoria, que sin la aceptación del clero y los fieles será nula y que la Iglesia no tiene ninguna potestad para abolir los Ritos recibidos ni de derecho ni de hecho.
-Plena libertad para celebrar en uno, en otro o en ambos a todo sacerdote latino así como el derecho de los fieles para recibir los sacramentos en el rito que desee. En consecuencia, se deberá obligar a cada seminario diocesano a enseñar la práctica de ambos.
-Plena libertad a toda orden o comunidad religiosa para celebrar y enseñar en el rito que prefiera o en ambos en consonancia con su estatutos. En las órdenes históricas con su propios ritos se dará libertad a sus miembros para celebrarlos si así lo desean (carmelitano, dominico, etc.)
En resumen, tratarlos como lo que son: dos ritos diferentes y dar plena libertad para su celebración tanto al clero como a los fieles. A partir de aquí que todo buen cristiano decida aquello que mejor le convenga para su salud espiritual.
Se me podrá argumentar en contra la creación de un birritualismo casi único y sin parangónen toda la Iglesia Romana pero frente a los graves males descritos me parece un problema casi inexistente y de los que pudieren haber, de fácil solución. Por otra parte en muchos sitios de Oriente conviven en armonía varias iglesias católicas de ritos diferentes sin problemas. Seamos humildes y aprendamos de su ejemplo.
Otros podrán argumentarme que sería más fácil dejar de lado el Rito Vaticano, lastrado por sus taras de nacimiento y por el abuso que se le ha sometido, a favor del Rito Romano. Si estuviésemos en los setenta o principios de los ochenta, quizás podría decir que sí. En 2021 mi contestación es No porque se ha "tradicionalizado". Para millones de fieles y para miles de sacerdotes el Rito Vaticano es su misa, con ella han nacido, con ella se han criado y con ella dan culto a Dios. Es su tradición litúrgica, desconocen el carácter ideológico de su origen y las guerras de los sesenta y setenta les son tan ajenas como el Cisma de los Tres Capítulos. Su sustitución manu militari crearía un problema colosal por el corte traumático de su vida cotidiana eclesial y para muchos de sus partidarios los mismos problemas de conciencia que estamos viviendo entre nosotros.
Sería un error de proporciones históricas, que dañaría la Liturgia en su corazón, el hacer un 1970 invertido mediante su imposición en la Iglesia por decreto o un Traditionis Custodes tradicionalista. La falsa solución ultramontana se basa en el voluntarismo que tanto daño nos ha hecho y que debe ser evitada a toda costa porque hace de la liturgia un instrumento ideológico de gobierno en manos de la jerarquía en vez de ser un don divino recibido de lo Alto y que debe ser tratado como res sacra. Si Dios fulminó a quien no trato con el debido respeto su Arca, donde estaba solamente las Tablas de la Ley, ¿qué no hará con quien manosee Su Santa Misa donde se encarna Su Hijo?. En palabras de Donoso Cortés pondríamos otra vez tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias.
Yo soy el primero que me gustaría ver restaurado en todo su esplendor el Rito Romano y abandonado el Rito Vaticano en toda la Iglesia Romana pero prefiero pasar por miles de trabajos y angustias para su restauración progresiva antes que repetir los viejos errores que nos han llevado al desastre actual por muy buenas y santas intenciones se tengan. Muchas veces queremos correr demasiado y no respetamos los tiempos de Dios y de las almas. El Rito Romano se extenderá por sí mismo, por su propia virtud que encierra en su seno como la semilla de la mostaza la belleza del Rostro de Cristo que atrae y enamora a las almas.Hagamos caso a S. Gamaliel y puesto que nadie podrá destruirla, confiemos en la Divina Providencia y no nos apresuremos con medidas imprudentes, dañinas e injustas.
El único camino posible si nos tomamos el Rito Romano en serio y no como un caballo de batalla más es su restauración paulatina como el mayor don del Altísimo a la Iglesia romana, lazo que nos une a las iglesias purgante y triunfante que han orado con él antes, a los grandes santos y sabios que han colaborado en su hermoseamiento como Santo Tomás y adelanto de la Gloria reservada a los hijos de Dios. Vivamos, pues, en santidad, comportarnos con caridad, honrando al Señor con amor a la Verdad dentro de la Santa Misa como han mostrado los miles de santos y mártires antecesores nuestros en la Fe, en especial el Santo Cura de Ars, el P. Pio y otros.
Si tomamos sus ejemplos podremos repetir dentro de la Iglesia la conversión de S. Vladimir y todo el pueblo de la Rus. Según una leyenda muy sabia, la conversión se debió a la belleza y la gloria que los emisarios del rey vieron en Santa Sofía durante la Liturgia bizantina: "No sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra, tanta belleza, que no sabríamos como describirla". Esta es la verdadera restauración del Rito Romano, que todo el mundo se acerque a el en busca y encuentro con Dios lo halle y viva él y todos los suyos.