La semana pasada tuvo lugar en Mendoza un encuentro académico organizado por la universidad pública del lugar, denominado “Nuevo acuerdo social: momento para deconstruirnos”. No sería esto novedad. Para eso está la universidad, para discutir incluso lo indiscutible. Ya sabemos todos lo que significa la deconstrucción. Lejos quedaron los días en que Jacques Derrida la propuso, y ahora ha trascendido los ámbitos académicos para ser el concepto emblemático que expresa la tarea a la que está dedicado el progresismo cultural y político del mundo entero. De-construir significa des-armar o incluso destruir ya no sólo lo que a lo largo de miles de años construyó la civilización y el cristianismo, sino también lo que “construyó” la misma naturaleza. Se trata, por ejemplo, de “de-construir” el modelo de familia que fue “construida” suponiendo la existencia de un padre y madre. La nueva construcción reconoce diversos tipos de familias. O hay que de-construir la concepción binaria según la cual la humanidad se clasifica en dos sexos, para construir una sociedad en que se reconozcan todas las diversidades sexuales posibles que permite la curiosa ideología de género. O bien, hay que desconstruir la idea que los gobiernos están, entre otras cosas, para asegurar el orden de la sociedad, porque el concepto mismo de orden debe ser deconstruido, ya que fue elaborado por varones, blancos, europeos y pertenecientes a las clases sociales privilegiadas. Y podríamos seguir así un buen trecho. Si hay algo sobre lo que los cristianos deberíamos estar convencidos es que en estos momentos oscuros que estamos viviendo, el objetivo es tatar de impedir la deconstrucción del edificio de la civilización que llevó milenios levantar.
Lo notable de ese encuentro académico es que participó también un obispo. Se trata de Mons. Eduardo Taussig, ordinario de San Rafael, una pequeña diócesis del oeste argentino. Taussig es uno de los mejores obispos argentinos: sabe leer y escribir; es capaz de elaborar un discurso coherente, maneja bien el castellano, sabe usar los cubiertos para comer y conserva la fe católica. Deberíamos darnos ya por satisfechos. Pera además, don Eduardo proviene de una familia porteña que se ha distinguido en la defensa pública de la fe, tiene un doctorado en teología conseguido en universidades romanas y ha estado en varias ocasiones de su vida vinculado al ámbito académico. Su problema, como el de la mayor parte de los prelados argentinos, fue que la elección del cardenal Bergoglio al pontificado lo descolocó. Salió huyendo de las alas protectoras de Mons. Héctor Aguer bajo las que había empollado su episcopado y trató de buscar su lugar en el nuevo escenario. Por supuesto, no lo encontró, pero hay que decir que lo intentó con empeño admirable, y que de tanto en tanto, le vuelven los ímpetus. No se resigna a que sus días acaben en las periferias eclesiales.
Como puede verse en la noticia, nuestro obispo tuvo que compartir la mesa, de igual a igual, con el representante de la comunidad LGTBQ+, con mujeres feministas, con una decana de izquierda y con algún que otro personaje con el que difícilmente podría llegarse a un acuerdo. Hay que decir que, por lo que deja ver la foto, Mons. Taussig se encontraba bastante incómodo y fastidiado en la reunión, y no es para menos, teniendo que escuchar lo que escuchó. Yo creo que no debería haber aceptado el convite y se habría ahorrado más de un disgusto, y más de una rabieta con sus sacerdotes y sus fieles que están justamente escandalizados y enfurecidos con su pastor.
Pero más allá de su cuestionable presencia en ese ámbito, es más cuestionable aún lo que dijo, pues Mons. Taussig se dedicó a mostrar que la Iglesia no se está quedando atrás en el proceso global de deconstrucción sino que, como una abanderada de los nuevos tiempos y“experta en humanidad”, en los últimos años se ha dedicado de-construir sistemáticamente su propio edificio por obra y gracia —ni que decirlo hay— del Papa Francisco. Según el reporte, el primer aspecto deconstructor tiene que ver con las acusaciones y denuncias sobre abuso sexual por parte de los miembros del clero. Yo no terminó de entender dónde radica tal proceso deconstructivo. ¿Será que la construcción previa suponía que todos sacerdote o religioso, por default, era un abusador? No lo creo. Pero el hecho es que el obispo explicó que “el papa Francisco se puso el problema al hombro, afrontándolo con toda decisión, realizando una purificación exigente y severa. Esto, hoy en día, permite afirmar que la Iglesia católica está liderando las medidas de prevención y erradicación de este flagelo…”. Frente a esta declaración, Mons. Taussig se salvó que no lo acribillaran a preguntas porque si justamente algo está haciendo el Papa Francisco, es encubriendo a los abusadores. Por dar solamente dos noticias de la última semana, el pontífice dio cobijo en el Vaticano creándole un puesto con sueldo de tres mil euros, a Mons. Zanchetta, acusado de abuso sexual y desfalco económico, y acaba de nombrar en un elevadísimo puesto de la Santa Sede a un sacerdote descubierto in fraganti mientras sobornaba a dos rumanos con doscientos mil euros para encubrir las prácticas sexuales sodomíticas de su obispo (y no de un sacerdote como se dijo en los medios de prensa).
Siguió el obispo sanrafaelino afirmando que Francisco es el argentino más famoso e influyente del mundo, destacando que ha logrado desconfigurar la imagen del pontificado al rechazar lujos que eran exclusivos para él. Es este un argumento no solamente endeble sino que se cae a pedazos. Que Bergoglio sea el argentino más conocido e influyente del mundo, no quiere decir nada, o puede querer decir muchas cosas. Jack el Destripador fue en su momento el personaje más conocido de Inglaterra y tuvo también una notable influencia. Y en cuanto a deconstruir la imagen del pontificado, estoy de acuerdo en que no vendría mal bajarle un poco los humos al papado de Roma, pero no puedo acordar en que tal tarea se alcance porque se deje de usar un antiguo automóvil Mercedes Benz, la muceta, los zapatos rojos y algún chirimbolo más. Estos son cambios de maquillaje que han servido para ocultar la tiranía que actualmente se vive dentro de las murallas vaticanas. Pregúntenle si no al comandante de la gendarmería pontificia que recibió órdenes del mismo pontífice de allanar las oficinas de la Secretaría de Estado, y pocos días después el mismo pontífice lo despidió de su cargo por haber hecho lo que se le ordenó. O pregúntele a los obispos misericordiados, o lean el reporte diario de Specola, que conoce como pocos los pasillos apostólicos y dá cuenta del ambiente de terror soviético que se vive en ellos. Francisco, como Tancredi, el sobrino del Gatopardo, se dijo: “Cambiemos todo para que nada cambie”, e hizo unos cuantos cambios de maquillaje, que algunos ingenuamente tomaron como una deconstrucción del pontificado, cuando en realidad se dedicó a fortalecer y consolidar el poder pontificio.
El último signo deconstructivo que menciona Mons. Taussig parece más bien una broma. La “conversión ecológica” de la habla el Papa es un disparate que ninguna persona seria puede tomar en serio. La lucha contra el cambio climático liderada por una niña enferma manipulada por los poder fácticos es un grotesco que paga buenos réditos, y a ella se suma Bergoglio amenazando con sumar al decálogo un nuevo pecado contra la ecología.
Total que Mons. Eduardo Taussig se metió gratuitamente en la boca del lobo, no ganó absolutamente nada más que el repudio de sus fieles y de su clero y para peor, se convirtió en el hazmerreír de los claustros universitarios —y lo dice quien sabe de lo que habla—, donde se asegura por lo bajo y por lo alto, que sus palabras no hicieron más que confirmar el estado de irremediable postración intelectual por el que atraviesa la iglesia católica y su incapacidad no solamente ya para discutir, sino incluso para comprender a la sociedad contemporánea.
And yet…, yo creo que Mons. Eduardo Taussig tiene razón. La Iglesia se encuentra en un intenso proceso de deconstrucción, aunque él no haya acertado a explicitarlo correctamente. Y a este tema dedicaré la próxima entrada del blog.