A lo que era un rumor, ya todos lo dan por confirmado: el Papa Francisco disolverá la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Y es aquí donde comienzan las hervir las interpretaciones de un lado y del otro.
Fuentes variadas y veraces que habitan o conocen los entresijos de la Curia y del Palazzo de la Doctrina de la Fe son unánimes en llevar tranquilidad: esta decisión de ninguna manera perjudicará la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum. Es decir, las misas en la forma extraordinaria del rito romano se seguirán celebrando con normalidad y en las condiciones acostumbradas.
- Es una muestra más del odio del Papa Francisco a la Tradición, a la que se ha propuesto destruir. No se trata de negar lo evidente: Bergoglio es modernista. Pero Bergoglio es también el destilado más refinado del jesuitismo y a los jesuitas, como ellos mismos lo admiten, la liturgia les un importan un bledo. El Papa Francisco no tiene el menor interés por la cuestión litúrgica, no entiende nada de eso y no le interesa entenderla. La considera una pérdida de tiempo; un ornato inútil de lo verdaderamente importante que es alcanzar un mundo mejor y más humano, y acrecentar su poder. Realpolitik. Por eso, me niego a creer que la jugada sea arremeter contra la misa tradicional. Si eso estuviera entre los objetivos del Santo Padre, habría hecho el daño hace mucho tiempo y de un modo más efectivo, ya que tiene todo el poder para hacerlo y habría estado acompañado por la prensa mundial y por los obispos. Por el contrario, salvo caprichos puntuales, no tocó la cuestión litúrgica. Los hecho desmintieron los rumores apocalípticos que se corrían: Piero Marini no fue nombrado prefecto de la Congregación del Culto Divino, donde continúa el cardenal Sarah, Guido Marini sigue siendo el maestro de ceremonias, la peregrinación anual del Populus Summorum Pontificum se sigue realizando y se celebra nada menos que en el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro -bajo sus propias narices- un pontifical en rito tradicional. Más aún, autorizó a todos los sacerdotes de la FSSPX a celebrar los sacramentos sin que puedan ser objetados por obispos o canonistas. Esto no significa, sin embargo, que las segundas líneas más cercanas al pontífice no tengan un particular interés en acabar con el rito extraordinario, de modo especial varios obispos italianos, rodeados de siniestros personajes como Andrea Grillo. No hay que descartar entonces que la supresión de Ecclesia Dei haya sido fogoneada también por estos grupos, esperando obtener alguna ganancia secundaria, pero no por presión o decisión de ellos.
- Es una concesión a la FSSPX. Esta es la teoría que sostiene el texto de L’Homme Nouveau. Es sugerente que la decisión aparezca pocas semanas después de la visita del Superior General de la Fraternidad a la Curia romana y es cierto, además, que el Papa Francisco ha demostrado particular empeño en solucionar la cuestión lefe, pero me parecería simplista explicar la decisión de ese modo. Hay un hecho cierto y es que la FSSPX y sus fieles nunca vieron con buenos ojos a la Comisión Ecclesia Dei. Hago esta afirmación en base al conocimiento directo que tengo de fieles lefes de Francia y Alemania. Es posible que en Argentina la situación sea distinta. Muchos fieles de la Fraternidad se consideran los dueños de la tradición litúrgica y exigen ser los adjudicatarios exclusivos de la franquicia. “El que quiera ir a misa tradicional, que vaya a un priorato”, dicen. Y por eso, el motu proprio del papa Benedicto XVI nunca les simpatizó, sencillamente porque les sacó mucha clientela y superpobló la oferta con un buen número de nuevos institutos religiosos de corte tradicional. Como los obreros de la primera hora, se quejan de que los que vinieron al final de la jornada y apenas si sufrieron los cansancios del día, reciban el mismo salario. No digo que sea esta la opinión mayoritaria, pero sí lo es de buena parte de la FSSPX, pero aún así, nada habilita a pensar que la supresión de Ecclesia Dei se deba a sus presiones o deseos.
- Es parte de la reestructuración de la Curia Romana. Esta es la teoría que con más fuerza sostiene Edward Pentin. Sin negar que posiblemente la decisión sirva efectivamente para el reordenamiento que se promete para el año próximo, me parece un poco ingenuo sostener que ha sido esa la causa principal. Si lo que se quiere hacer es reordenar la Curia para tornarla más eficiente y ahorrar dinero, lo lógico es que se presente un plan global, y no sólo de un apéndice bastante secundario.
- Mi interpretación. Me inclino por pensar que se trata de una decisión que responde a la lógica misma que guió la creación y desarrollo de la Comisión. Recordemos que fue creada por Juan Pablo II luego de la consagración de los cuatro obispos por Mons. Lefebvre, con la misión de ofrecer refugio a todos aquellos miembros de la FSSPX que desearan salir de la organización que era considerada cismática. En pocas palabras, fue creada para debilitar a los lefes. Se trataba de una Comisión independiente y presidida por un cardenal. Durante la gestión de Castrillón Hoyos se establecieron los contactos de acercamiento entre la Sede Sede y Ecône, y las primeras conversaciones con Mons. Fellay que culminaron con el levantamiento de las excomuniones que pesaban sobre los obispos. Ecclesia Dei, en ese momento, dejó de tener sentido si se mantenía su primer objetivo puesto que ya no habían interesados en salir de la Fraternidad que, además, había dejado de ser cismática y era apenas una hermana un poco díscola que no terminaba de decidirse a aceptar el pack completo de los generosos ofrecimientos romanos, puesto que se empeñaban en discutir previamente las cuestiones doctrinales de los "errores" del Vaticano II. Fue así que Benedicto XVI introdujo una importante reforma: si querían discutir cuestiones doctrinales, el interlocutor debía ser la Congregación para la Doctrina de la Fe y así, le quitó la autonomía a Ecclesia Dei, la ubicó dentro de ese dicasterio con un secretario arzobispo que reportaría al cardenal prefecto. Las discusiones entre Roma y la Fraternidad se empantanaron rápidamente, por lo que la Comisión comenzó a ocuparse subsidiariamente de las comunidades religiosas tradicionales y a garantizar la correcta aplicación del motu proprio. Tiempo más tarde, sobre todo a partir de la llegada de Bergoglio al papado, su misión prioritaria pasó a ser lograr la incorporación plena de la FSSPX a la comunión romana bajo la forma de una prelatura personal. Pero estas interminables negociaciones con los lefes, se frustraron y en el capítulo general de la Fraternidad de hace algunos meses se impuso la facción anti-acuerdo. Esto significó la sentencia de muerte del secretario de la Comisión, Mons. Guido Pozzo debido a su estrepitoso fracaso, y el fin de la Comisión Ecclesia Dei, porque luego de más de una década se mostró inútil para alcanzar su objetivo. Estas son las decisiones que tomaría el CEO de cualquier empresa o el presidente de cualquier país serio: desprenderse de lo que consideran inútil o ineficiente. Por cierto que los progres que reptan en la Congregación del Culto Divino y en la Conferencia Episcopal Italiana habrán alentado la medida y se estarán regodeando, pero no me parece que la decisión obedezca primariamente a sus influencias. En lo hechos fríos, la supresión de Ecclesia Dei significa un fortalecimiento y espaldarazo a quienes se consideran adalides y custodios de la tradición litúrgica: la FSSPX.
- ¿Y ahora qué? He consultado a varias fuentes seguras y discretas que pertenecen a la Curia y a otras cercanas a la agonizante Comisión. Todas coinciden en afirmar que no hay motivos de alarma con respecto a la continuidad y vigencia del motu proprio, que es lo que realmente nos interesa. La Comisión quedará reducida a un ufficio u sección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y será comandada ya no por un arzobispo, sino por un capoufficio. En este sentido, se trata de un debilitamiento, pero me aseguran que ese ufficio seguirá atendiendo todos los casos que hasta la fecha se le presentaban a Ecclesia Dei. Por otro lado, quien ahora en teoría garantizará directamente la aplicación de Summorum Pontificum será el cardenal Ladaria aunque -debo confesar-, no le veo mucha pinta de perro guardián.
Espero no equivocarme en mi análisis. Si acierto, los fieles comunes y silvestres como yo, y los buenos curas que nos celebran la misa tradicional, no notarán ningún cambio y todo seguirá, por ahora, como siempre.