El barrendero del Sacro Palacio
Mis tareas, estimado Wanderer, siguen siendo las mismas: barrer y fregar los mármoles del Sacro Palacio y así, entre estropajos y aljofifas, veo y escucho lo que se comenta en estos sagrados corredores.

Y no es para menos. Mis colegas que se encargan de la limpieza de Casa Santa Marta están aterrorizados. Según me dicen, el ambiente allí es similar al de Corea del Norte: todos los oficiales que transitan sus pasillos viven aterrados porque no saben cuándo les llegará la hora, y apenas si abren la boca por temor a ser escuchados por espías que corren a compartir la información con ya sabe usted Quién. Y así, la Santa Sede está paralizada. Nadie se anima a mover un dedo por temor a que se lo corten.
Hay que decir que ellos -mis colegas barrenderos-, la están pasando bastante bien por el escaso trabajo: “Santa Marta está vacía”, me dicen. Y el motivo salta a la vista: a nadie le gusta vivir espiado y desconfiando hasta de la lámpara que alumbra su escritorio. Los monsignorinos y demás oficiales que se alojaban en la Casa han preferido mudarse a otras zonas: la Casa Romana del Clero, en vía de la Traspontina o a vía della Scrofa, aunque tampoco allí se puede estar tranquilo. Los soplones se han colado hasta en las universidades pontificias, por lo que prefieren alquilar junto a otros dos o tres curiales algún departamento en la ciudad.
"Y ustedes se extrañan", decía hace poco un obispo argentino. "Esto lo sufrimos por más de una década en mi país". Porque parece que sabe usted Quien, cuando era arzobispo de Buenos Aires, tenía apostados delatores y chivatos en todas las diócesis y congregaciones religiosas de Argentina que le pasaban información reservada que luego le servía para sus propios manejos y presiones.
"Y ustedes se extrañan", decía hace poco un obispo argentino. "Esto lo sufrimos por más de una década en mi país". Porque parece que sabe usted Quien, cuando era arzobispo de Buenos Aires, tenía apostados delatores y chivatos en todas las diócesis y congregaciones religiosas de Argentina que le pasaban información reservada que luego le servía para sus propios manejos y presiones.
Un problema no menor es con quién sí o quién no mostrarse en público. Hace algunas semanas un importante cardenal, jefe de dicasterio, debió cubrir su cabeza con sombrero y su rostro con desmesurada bufanda a fin de pasar inadvertido mientras ingresaba a otro dicasterio para hablar con su colega. Si lo descubrían, podían descabezarlo a él, al otro cardenal, o a ambos. O sufrir una reprimenda de sabe usted Quién que, cuando monta en cólera -lo cual sucede con frecuencia-, es para esconderse debajo de la mesa.
Me aseguran que el mejor momento para entrevistarse con él es cuando hay una cámara de televisión encendida, pues de ese modo está garantizado el buen trato y hasta alguna sonrisa. Cuando la cámara se apaga, todo se transforma, sobre todo las facciones de sabe usted Quien: desaparece la sonrisa que simboliza la Revolución de la Ternura y vuelve el adusto rostro que conocieron los feligreses de Buenos Aires.
Por eso, muchos cardenales prefieren salir ya caída la noche y reunirse en lugares alejados del Borgo Pio o del Borgo Santo Spirito. Así es posible conversar con mayor tranquilidad y sin presencias indiscretas que corran a contarle a sabe usted Quién lo que vieron y oyeron por esas zonas aledañas de la basílica con tal de congraciarse. Siempre habrá algún neopelagiano o neognostico a quien misericordiar, porque “la Curia lo quiso” (no vaya a pensar, estimado Wanderer, que sabe usted Quién es rencoroso o algo parecido y quiere vengarse de los disidentes. Por el contrario, es un hombre pacífico y abierto a la pluralidad de ideas y opiniones).
Yo pienso que tenía razón ya sabe usted Quién para no querer vivir en este Sacro Palacio. Él aduce que es por motivos de salud mental o porque no puede vivir solo. Yo creo que también hay otros motivos: los filtros. Aquí se filtraba todo lo que llegaba a los Papas anteriores, desde los visitantes hasta la comida. Y eso tiene sus ventajas y desventajas. Claro que es una ventaja que cualquiera pueda hablar con sabe usted Quién porque se lo cruza en un corredor o en el almuerzo, sin necesidad de audiencias y protocolos, pero para una personalidad de tal relevancia los filtros son siempre necesarios. Por eso, ya ningún sacerdote puede concelebrar con el Papa en la Misa matutina de Santa Marta: si quiere asistir, puede hacerlo, pero debe permanecer como un fiel más fuera del presbiterio.
La ausencia de filtros tiene también consecuencias prácticas. Por ejemplo, ¿qué hacemos con la comida y la bebida? Lo de la famosa tisana preparada por una santa monjita que libraría a la Iglesia y al mundo de un hipotético tirano es más que una hipótesis. De hecho, en Santa Marta hay dos personas que prueban lo que ya sabe usted Quien come y bebe. Él sabe que más de uno quisiera verlo fuera de combate, y se cuida poniendo en riesgo la vida y salud de uno mis colegas y de un guardia suizo.
A fin de cuentas, el remedio ha sido peor que la enfermedad, pues ya sabe usted Quien, tratando de escapar de la soledad de estos aposentos, ha acabado por vivir en la misma soledad. Al menos aquí hay algo del buen gusto de los siglos pasados con el que distraer la mirada, de lo cual carece el ambiente funcional y cursi de hotel de carretera que tiene Santa Marta.
Todo lo que veo en mi trabajo, estimado Wanderer, me hace recordar un cuento que me leía mi madre cuando era pequeño. Se llamaba “El traje nuevo del emperador”. Por aquí y por allá han comenzado a surgir voces advirtiendo quién es en realidad ya sabe usted Quien. Pronto cada vez más la gente, después de cuchicheos, comienza a decirlo en voz alta. Su blog lo reportaba hace algunos días, y las estadísticas de las audiencias son claras: Juan Pablo II congregaba cerca de 33.000 personas cada miércoles, Benedicto 35.000, y ya sabe usted Quien sólo 9000. Aunque oportunistas, advenedizos y aduladores siempre habrá para servir de corifeos y buscar excusas de la más variada índole.
Le paso una información de último momento: el Jueves Santo estaba yo con mi bayeta repasando algunos bronces de la loggia, escuché sin querer el comentario de dos curiales bien encumbrados. Parece ser que cuando apareció, y se esparció, la noticia que el infierno no existía y que las almas de los impenitentes desaparecían, un cardenal extranjero montó en cólera, se comunicó directamente con sabe usted Quien, y le advirtió que había dicho dos herejías, y que eso constituye una de las cuatro causales de cesación del ministerio petrino. Su paisano se asustó esta vez, y corrió a hablar del tema con su compinche de turno, Mons. Giovanni Becciu, y juntos acordaron con Georg Burke la semi desmentida o explicación inexplicable que habrá usted leído.
Le paso una información de último momento: el Jueves Santo estaba yo con mi bayeta repasando algunos bronces de la loggia, escuché sin querer el comentario de dos curiales bien encumbrados. Parece ser que cuando apareció, y se esparció, la noticia que el infierno no existía y que las almas de los impenitentes desaparecían, un cardenal extranjero montó en cólera, se comunicó directamente con sabe usted Quien, y le advirtió que había dicho dos herejías, y que eso constituye una de las cuatro causales de cesación del ministerio petrino. Su paisano se asustó esta vez, y corrió a hablar del tema con su compinche de turno, Mons. Giovanni Becciu, y juntos acordaron con Georg Burke la semi desmentida o explicación inexplicable que habrá usted leído.
Pero me detengo aquí. No vaya a ser que alguien le estas líneas y acabe despertando el enojo de ya sabe usted Quien, y finalice yo mi carrera limpiado los baños de Términi.