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Rumores sobre el documento que no fue

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Cardenal Arthur Roche

El 16 de julio, día de Nuestra Señora del Carmen y tercer aniversario de Traditiones custodes, era el señalado para que saliera un nuevo documento de la Santa Sede poniendo punto final a la misa tradicional que —se decía—, iba a quedar reservada exclusivamente a los llamados “institutos Ecclesia Dei”. Era, como la llamamos en este blog, la solución final.

Pero, quizás por intercesión de la misma Virgen Santísima del Carmen, nada sucedió. Y han comenzado a comentarse en los mentideros vaticanos lo sucedido. Ofrezco aquí las explicaciones que se dan de los hechos.

1. El tal documento existe, y existe desde fines de 2021, con más o menos retoques. Se pretendió que en febrero de 2022 lo firmara el Papa Francisco en forma de constitución apostólica, como dijimos en su momento, pero no sólo se negó a hacerlo sino que sacó destempladamente de su despacho a quien le llevó la propuesta, el cardenal Arthur Roche.

2. El cardenal Arthur Roche, desde ese día, no volvió a ser recibido individualmente por el Papa Francisco. Y la situación es muy desacostumbrada porque se trata del prefecto de uno de los dicasterios vaticanos. Los rumores sobre las razones de tal destrato indican que, en primer lugar, Roche no es precisamente una persona hábil y mucho menos inteligente. Por el contrario, es una persona que tiene el hábito de fastidiar cualquier proyecto y cualquier organización. De hecho, ese fue el motivo por el que terminó recalando en Roma. Había sido nombrado obispo de Leeds, en Inglaterra, y tuvo el mérito de provocar en sólo tres años un caos de todo tipo en una diócesis que había sido ordenada. Fue el cardenal Nichols quien hizo las gestiones para sacárselo de encima porque ni sus hermanos obispos ni sus fieles leodensianos lo soportaban, y el cardenal Bertone le dio una mano, y así, el buen Papa Benedicto no tuvo mejor idea que hacerlo secretario de la Congregación del Culto. 

Y el segundo motivo del desprecio pontificio, es que fue Roche el torpe redactor e impulsor de Traditiones custodes. Si bien el documento fue apoyado por varios cardenales de curia, como Ouellet, Stella y Parolin, la cara visible fue Roche. Y Francisco ha entendido que ese documento fue un error que le trajo más dolores de cabeza que otra cosa, y no porque tenga él simpatía por la misa tradicional sino porque visibilizó aún más a los grupos que la sostienen, los cuales, en vez de disminuir, siguen creciendo continuamente.

3. Un dicasterio con un prefecto de estas características, ha provocado que, en Culto Divino, haya surgido una interna muy potente. El líder de la facción rebelde es el arzobispo Vittorio Viola, secretario del dicasterio y desesperado por conseguir la púrpura cardenalicia que, sabe, la consigue en este papado o no la consigue más. Es un franciscano de la orden de los menores, y era el custodio del convento de Santa Clara en Asís cuando Francisco visitó esa ciudad. Típico obispo bergogliano, surgido de los caprichos del pontífice, al que le habrá parecido simpático o buen mozo cuando lo conoció durante su visita a Asís en octubre de 2013. Fue en esa misma ocasión en la que conoció al custodio de la basílica de San Francisco, el P. Mauro Gambetti, franciscano conventual, al que terminó creando cardenal y arcipreste de la basílica de San Pedro. Lo concreto es que Viola, que usa el anillo episcopal que pertenecía a Mons. Annibale Bugnini, es un talibán de la liturgia reformada y ha lanzado la intifada contra la misa tradicional. 

4. Este nuevo embate que por ahora se ha neutralizado, quien lo habría empujado habría sido Mons. Viola y no el cardenal Roche, que ya está neutralizado. El documento habría llegado a manos del Papa Francisco, quien lo habría estudiado pero no quedó convencido. Y esto por varios motivos. En primer lugar, y el más el importante, porque la liturgia no es su guerra. Demasiados problemas le causó Traditiones custodes para agenciarse otros nuevos, y porque, como siempre aconseja a quienes lo visitan, es muy cuidadoso a la hora de hacer mártires. Un documento altamente restrictivo como el que le habría sido presentado, generaría una legión de mártires, entre sacerdotes y fieles, y eso no es algo que él se vaya a permitir: no tendría control de daños.

5. Por otro lado, llegaron al escritorio del Papa pedidos de muchos obispos, sacerdotes, fieles y personalidades del mundo rogándole que no diera tal paso. Y, al parecer, surtieron efecto. Pero no se trata solamente un acto sinodal de “escucha al Pueblo de Dios”; eso es para los incautos que creen en la sinodalidad. Fue también aconsejado por un grupo de cardenales y prelados que, sin tener simpatías por la liturgia tradicional, consideran que el odio de Viola, Grillo y los suyos, es una exageración que terminaría dañando no solamente a la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, lo que probablemente los tenga sin cuidado, sino al papado. 

6. Pero los motivos de estos cardenales y monsignori consejeros, no serían solamente esos. Saben que la salud del Papa está declinando; lentamente, pero declinando, y que no falta mucho para que las campanas de San Pedro doblen a muerto. Y consideran que el próximo papa necesariamente será un moderado; otro pontificado como el de Francisco terminaría con la Iglesia. Y, por eso mismo, quieren desde ya ir preparando el terreno en el que aterrizarán, y prefieren hacerlo en territorio moderado a fin de ganarse anticipadamente las gracias del nuevo pontífice. Como me decía un buen conocedor de la Curia, por una vez siquiera han hecho caso al Evangelio y han seguido —literalmente— la enseñanza de la parábola del mayordomo deshonesto (Lc. 16, 1-12): tomaron el recibo de su cuenta y escribieron “cincuenta barriles” en vez de cien.


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