por Ludovicus
No vamos a tratar el fatigoso asunto de las leyes que ha emanado (y retirado) Milei en estos últimos tiempos; doctores tiene el foro nacional para analizarlas. En la Argentina todo el mundo es abogado, y el que no, es juez. Tampoco hablaremos de Conan, la analogía con Incitatus es muy fácil y socorrida.
Queremos simplemente poner el foco en un rasgo del presidente que cada vez resulta más intrigante: su desconcertante judaísmo. "Quasi" judaísmo diríamos, usando el quasi en su correcto sentido y no como la mayoría de los argentinos lo usa como sinónimo de ¨casi¨. Este judaísmo se manifiesta no sólo en su faceta religiosa sino también política, como ha demostrado su visita a Israel y a su presidente, Benjamín Netanayhu . Curiosamente, en tal visita no ha dudado en hacer un parangón entre el grupo terrorista Hamas y los nazis, cosa que siempre fustigó (incluso querelló a periodistas por hacerlo), bajo el rótulo de ¨banalizar el Holocausto¨. Es algo parecido al famoso concepto progre de ¨apropiación cultural¨, condenable cuando un blanco se caracteriza para representar a Otelo pero válido si un chino o un africano hacen de Enrique VIII o Ivan el Terrible.
No nos hemos desviado con lo de la apropiación cultural. Lo que hace Milei es apropiación cultural en el más riguroso sentido, y lo ha demostrado recientemente, luego del rechazo de la malhadada ley omnibus, citando un pasaje en hebreo donde Moisés se enciende en furia contra el pueblo por adorar el becerro de oro, rompe las tablas de la ley, y castiga a los rebeldes. El texto, por supuesto, tiene su propia hermenéutica en el judaísmo, ya no digamos en el cristianismo, donde a nadie se le ocurriría castigar con la muerte a quien no acepta al verdadero Dios. Recordemos que es Cristo mismo el que introduce una distinción de planos temporal-espiritual que impide el literalismo y univocidad entre ambos poderes. Moisés no es el César y rebelarse al César no es rebelarse a Dios.
El símil podría ser una ironía, una atrevida analogía, sino fuera que Milei es absolutamente antianalógico, es un literalista enragé. Es por eso que habla de las ¨Fuerzas del Cielo¨ citando a los Macabeos, como si estos hubieran sido mártires de la libre competencia de monedas. Para Milei el Bien y la Verdad se interconvierten con el Mercado pero sobre todo con su voluntad. Nos animamos a decir que en realidad, es su voluntad desnuda la que prevalece, la libertad y el mercado son sólo vehículos de su fanatismo personal. No hace falta demasiada imaginación para imaginarnos un Milei jacobino o un Milei stalinista. Lo que le importa es, como dice ¨aplastar al adversario¨, i.e., al que se opone a su voluntad, convenientemente apoyada por las Fuerzas del Cielo. Esto, aquí y en Namibia, tiene un nombre: fanatismo.
La apropiación cultural cobra tonos mayores cuando se trata de compromisos. Milei juró por Dios y sobre los Santos Evangelios cuando desde hace años habla de una eventual conversión al judaísmo. Con lo que defrauda y perjura contra unos y otros: jura por un Mesías que reputan falso aquellos a cuya religión promete convertirse. Muy extraño.
Si yo fuera judío, estaría horrorizado y alarmado ante esta apropiación cultural, que puede atraer nuevos recelos e incluso persecuciones al pueblo judío, de quedar ¨pegado¨con Milei. En este sentido, se advierte la extrema cautela de la respetable colectividad con este quasijudaísmo mileísta, más allá de algún rabino oportunista y marginal que alimenta el monstruo.
Hasta qué punto estos desbordes verbales de Milei, este frenesí partisano, se traducirá en violencia física o medidas concretas facciosas lo ignoramos. Hasta ahora no ha ocurrido; Milei se recorta sobre una figura caricaturesca del Milei panelista. Pero el peligro está, y es bueno que se le fijen límites, más allá de las necesidades de reforma de la hora.
En fin, el rey está desnudo, y a diferencia de la parábola, todos lo advierten, sólo que algunos son más o menos hipócritas. Es una lástima, porque la reacción antipopulista es positiva y muchos postulados son buenos.
It´s the character, stupid!