por Eck
Asinus asinum fricat
Francisco el surrealístico
Cuando me enteré de la noticia de que el papa Francisco, el nuevo huevo Kinder de las sorpresas, había elegido como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe a monseñor Tucho, me invadió la hilaridad, una profunda hilaridad. Se me vino a la cabeza como un rayo un famoso grabado de Goya, Si sabrá más el discípulo...aunque no sé cual de ellos dos será el jumento discipular o el magisterial. El disparate de ver un burro enseñando a otros asnos o a Monseñor Tucho defendiendo la Fe católica contra otros herejes es totalmente irracional, absurdo, un sindios. Hay que reconocerle a Bergoglio originalidad, eso sí: inventarse el surrealismo teológico digno de una borrachera de absenta en un tugurio parisino de finales del XIX tiene su miga. Lo más normal si se quería dejar a la teología romana en total devastación y ruina era llamar a un panzercardinal tolerante, a un Herr Doktor condecorado con mil licenciaturas universitarias, a un civilizadísimo bárbaro alemán fumado con las últimas modas de la oligarquía globalista. Pero Jorge Mario, no: él es distinto, él es diferente, él es único. Uno de los mayores placeres de un tirano es estar por encima de toda ley, de toda norma, incluidas la de la lógica o la del sentido común. Ya no es el Papa Dictador, el Tirano Petrino, Yo el Pontificio sino Ubú Papa, Papa Doc.
Así que dio el campanazo. Nombró a Tucho, quién primero deberá estudiar el Catecismo de primaria para saber qué debe destruir o aprenderse del Credo (muy complicado, mejor, del Símbolo) para saber lo que ataca porque, si se confunde de catón teológico, capaz es de emprenderla contra la teología islámica, decir que los dioses olímpicos son simbólicos y nada reales o, Adonai no lo quiera, emprenderla contra el Talmud por machista, racista y anticuado.... Tampoco sus pinitos erótico-investigadores son de mayor fuste que sus conocimientos doctrinales, cuando no escandalizarían ni a las más beata chupacirios de la Roma del seiscientos. En lo malo, le ganan por goleada las reflexiones del Marqués de Sade, Restiff de la Bretonne o cualquier epígono desconocido de la Escuela de Frankfort, y en lo positivo personajes como Pio II o Lope de Vega le podrían dar sopas con ondas sobre la grandeza y tragedia del amor humano en sus expresiones corporales y con experiencia muy probada en el campo. Ni en arte del del insulto, donde somos maestros los hispanos, ha dado muestras de altura. Los monjes medievales, tan reaccionarios, heteropatriarcales, reprimidos ellos, sabían hacer dicterios y usar palabrotas con más elegancia, sentido de la oportunidad y gracia que él en sus textos. Como muestra, las cartas entre S. Beato y Elipando donde se ponían cuan non digan dueñas y su comparación con el “dejémonos de joder” del neoprefecto. No hay color ni vida.
Mediocre mediocre, nuestra Iglesia moderna es tan mediocre que ni da herejes de fuste sino bobos con ínfulas, asnos mitrados cuyas herejías son dignas de la galletitas de autoayuda de un chino.
El Hundimiento (Der Untergang des Papsts Franziskus)
Me lo puedo imaginar en Santa Marta, en su bunker aislado del exterior, en su despacho austero. Clérigos, arzobispos y cardenales vagando entre las sombras y los recónditos pasillos, escondidos para no ser vistos por el Führer vaticano y ser el pararrayos de sus iras. Gritos, desesperación, rabia. Todo se hunde a su alrededor, sus campañas fracasan: los fieles desaparecidos, San Pedro desierto, las cuentas en bancarrota, la Curia en guerra civil y anarquía, el prestigio en el Averno, la influencia de la Santa Sede inexistente, los medios mutis por el foro. Y lo que es peor, todos saben y él lo sabe que está de salida, todos buscan con candilejas no a un hombre sino a un sucesor al que dar coba, el único tipo al que Bergoglio no puede destruir. Todos se preparan para el día después y todos guardan la ropa para no enredarse en los crímenes de Bergoglio o mancharse lo menos y pasar lo más desapercibidos posible.
El papa Francisco huele a traición por todos los lados, desconfía de todos, todas las caras le resultan sospechosas. Sus partidarios, como ratas, abandonan una barca que hace aguas y se precipita al abismo, carcomida por los escándalos, agujereada por el desprestigio y podrida por el odio.Ya tiene pocos beneficios que dar, los que puede dar están envenenados o son radiactivos y los más inteligente hacen favores, le desobedecen tácitamente y ganan amigos para el porvenir. Hacen méritos para el futuro. Como el administrador astuto, piensan:
“Yo sé lo que voy a hacer, para que, cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los obispos de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto misas tradicionales tienes que quitar en tu diócesis?” Y él contestó: “Cien misas” Le dijo: “Aquí tienes tu vale; siéntate en seguida y escribe cincuenta”. (Lc. XVIII, 4-7)
Claro está que en esta ocasión el amo no va a alabar magnánimamente la sagacidad de sus sayones sino a perseguirla con todo su furor y odio, en aumento cuanto más disminuyen su salud y sus fuerzas vitales. La hora llegó, la hora ya ha llegado en que las sombras vienen a buscarlo en su venganza, atándole con las cuerdas que él mismo ha anudado y encadenándole con los eslabones que forjó a lo largo de su vida: Ma fin est en mon commencement...
El iceberg Caso Rupnik S.J.
Se cuenta que la zarina Marina Mniszech (c. 1588 - 1614) maldijo a los Románov al ver el cadáver de su hijo de tres años, el zarevich Iván Dimitrievich, colgado en la horca. Con fama de bruja y adivinadora entre el pueblo, la reina cautiva le gritó al patriarca Filareto, padre del zar Miguel I y poder detrás del trono: ¡Maldito seas! ¡En Ipatiev empezaste, en Ipatiev terminarás! ¡Comenzaste con la muerte de un zarevich, con la muerte de un zarevich acabarás¡
Así ocurrió, que una dinastía centenaria que empezó en el Monasterio Ipatiev se cerró en la Casa Ipatiev en 1918 con el asesinato de la familia imperial y de su zarevich Alejo. Con Bergoglio parece que lo que comenzó en la Compañía de Jesus acabará en ella. No es casual que el anterior prefecto haya sido Ladaria, cohermano de Jorge Mario y que sea su Compañía la que está decidida a tirar por la borda la responsabilidad del Alicatador Oficial de Capillas Neoconas para cargar con el muerto a hombros de Francisco. La excomunión de derecho pontificio aparecida y desaparecida misteriosamente, las señales del Vaticano con imágenes del Croata y los insistente rumores y líos nos dan pistas de que este caso de un abusador serial oculta en su intríngulis cosas más graves que lo que podemos suponer a simple vista. Aquí hay gato encerrado… y mejor dejemos las cosas aquí. Lo cierto es que la nominación de Tucho asegura que los felinos continúen bien enjaulados y, sobre todo, silenciosos.
La soledad del Papa
En Francisco todo es político, es decir, una mera cuestión de poder. Lo doctrinal y teológico son meros instrumentos sin importancia en ellos mismos. A un activo puro, hablar de herejías es como narrar cuentos infantiles a un broker de la bolsa, una pérdida de tiempo en tonterías. Este nombramiento responde exclusivamente a esa motivación, defender su poder que disminuye minuto a minuto. A este movimiento le juzgo como fruto de la desesperación de un tirano que está perdiendo el poder, que está en estado de sitio por los escándalos y la corrupción propia y ajena, abandonado de sus partidarios, traicionado por sus hermanos jesuitas, que bien sabe él cómo se las gastan y que harán para no hundirse con él todas las trampas habidas y por haber porque cerca de los presuntos hijos de San Ignacio pende la disolución definitiva.
Muy desesperado y solo tiene que estar para llamar a tan importante puesto a un zoquete sabiendo los problemas y odios que ya le está causando pero no tiene más remedio. No hay otro de quién pueda fiarse. No le queda otra. Para prueba su cara con el interfecto: toda una fiesta de satisfacción como se puede ver. Pobre Iglesia con semejantes jumentos, pobre Francisco al que se le adelantan la rendición de cuentas y pobre Tucho, tan bobo que va contento, como a bodas, creyendo en su importancia y poder cuando es un mero testaferro del amo, esclavito que será ejecutado, simbólicamente, y arrojado a la huesa de la historia para acompañar a su señor como hacían en la remota antigüedad, lleno de deshonra, indignidad y oprobio. Sin grandeza ni dignidad, con las vergüenzas a los cuatro vientos.
Conclusión
Decía S. Alberto a los que apodaban a Santo Tomás el “buey mudo” que cuando este abriese la boca, sus mugidos se oirían en todo el mundo. Ahora tenemos a buen Tucho que cuando la abra, sus rebuznos se oirían por todo el ancho universo. Pero es la burra de Balaam, que profetiza sin saberlo y profetiza el fin de la papolatría neocona, del magisterialismo irrestricto y de la divinización imperial del papado. Es la reducción al absurdo del ultramontanismo y su resolución lógica: que mayor muestra hay de la concepción teológicototalitaria de la potestad papal que destruir la Fe y el Culto de la Iglesia. Muchos deberían reflexionar sobre este hecho porque parecieran añorar los tiempos de polvo de donde procede este lodo.
La restauración del Papado pasa no por aumentar o disminuir sus poderes sino devolverle su autoridad religiosa, sus funciones encomendadas por Cristo a Pedro y sucesores y que sus ejercientes solo se dedicasen a ser siervos de los siervos de Dios. Ser Papa, ni rey ni cacique, como Dios quiere.